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Introducción
- ¿Cuál es la razón de esta disminución? Según Shruti Mishra, economista de BofA, el consumo comienza a debilitarse después del Día del Trabajo. Sin embargo, no todos los sectores sienten igual esta tendencia. El gasto en gasolina y el gasto en electrónica aguanta el tirón, favorecido en gran medida por el aumento de los precios del combustible y la presentación del nuevo iPhone 15 de Apple el 22 de septiembre.
- Este bajón de las cifras de BofA surge en un momento algo insospechado. Durante el pasado verano, los consumidores mostraban una fortaleza asombrosa, impulsando un crecimiento económico que superó las previsiones. Sin embargo, parece que el ritmo podría estar cambiando.
- Es relevante destacar que la tasa de crecimiento del consumo personal para el segundo trimestre se ha revisado a la baja, pasando de un 1.7% inicial a un más humilde 0.8%. Michael Pearce, economista jefe de Oxford Economics en EE. UU., interpreta esto como un indicio de que el consumidor podría ser menos resistente de lo que se pensaba. ¿Nos encaminamos hacia una etapa de ahorro y frugalidad? ¿Los días de esplurgo y bonanza están cerca de su fin? Será intrigante ver cómo se desenreda este hilo en los próximos meses.
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Analizando el descenso del consumo
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SUBSECCIÓN: ‘El gasto en gasolina y electrónica’
Las fluctuantes cifras del petróleo han provocado que los automovilistas mantengan el talonario en constante movimiento. El precio parece no importar; el motor ha de rugir y la máquina de gastar no ceja en su empeño. Al unísono, otro fenómeno contemporáneo, esta vez en forma de iPhone 15, solidifica una posición aparentemente invulnerable ante la amenaza del consumo descendente. Este último lanzamiento de Apple ha conseguido que lo que antes era un objeto de anhelo se transforme en la más preeminente de las necesidades.
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SUBSECCIÓN: ‘Desaceleración en el gasto discrecional’
Por otra parte, el discreto universo del gasto discrecional ha sufrido un golpe más fuerte. Aquí, en este reino donde los muebles y otros caprichos ostentan la corona, parece como si el consumo se hubiese sumido en una profunda hibernación. Da igual lo majestuoso y atractivo que resulte ser un sofá, la cartera del consumidor se mantiene erróneamente intacta. Ya sea por la inflación, la duda política, una posible parálisis gubernamental o simplemente un aumento de precaución debido a las experiencias del año pasado, está claro que el consumidor piensa dos veces antes de abrir su billetera.
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Un posible comportamiento más cauteloso entre los consumidores
- Corrección a la baja del crecimiento del consumo personal’
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Al igual que la Milan Fashion Week define los estilos venideros, las cifras de crecimiento del consumo personal envían un mensaje rotundo. Con un giro espectacular, la tasa de crecimiento del consumo personal para el segundo trimestre ha sido rectificada a la baja, pasando del chic 1.7% a un ordinario 0.8%. Michael Pearce, economista jefe en Oxford Economics en los EE. UU., lo resume perfectamente: la constancia del consumidor, al igual que nuestras ambiciosas promesas de ejercitarnos más en Año Nuevo, puede haber sido sobrestimada.
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En otras palabras, el consumidor puede no ser tan inmutable como creíamos. Y podríamos estar ante la llegada de una conducta de consumo más prudente, que pudiera derivar en una ralentización económica. Visión suficiente para que aprietes nervioso la moneda que pensabas gastar en tus compras.
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No obstante, si de algo somos conscientes en economía es de que aún hay margen para un giro teatral. El mercado laboral sigue golpeando fuerte, gracias a una gran participación desde que se desató la pandemia. Pero si la retirada de la fuerza laboral ocurre a mayor velocidad de lo previsto, las repercusiones serán dignas de nuestra consideración. Aquí en ficoach, mantenemos nuestras antenas altas para darte las informaciones más agudas y oportunas.
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Amenazas inminentes
- Nuestra primera preocupación radica en el potencial cierre gubernamental. Sí, ese embrollo que amenaza con desestabilizar la economía y que podría tener un impacto negativo considerable en el crecimiento económico. Este, como bien sabemos, afectaría de lleno a los niveles de gasto e inversión. Pero en fin, si el gobierno se cierra ¿quién va a preocuparse mientras tengamos sarmientos para el horno?
- En segundo lugar, tenemos en cuenta el huelguismo en la industria automotriz. El asunto es intrincado, ya que una paralización de la producción de coches podría frenar aún más la economía y hacer que los precios se disparen. La cuestión está en ver si el rugido de los motores se apaga.
- La tercera amenaza es un viejo adversario: el alza en los precios del petróleo. El valor del barril se ha disparado y ya se escuchan las quejas de los motoristas cuando acuden a la gasolinera. Este aumente notable en los costes del combustible pone una presión adicional sobre los consumidores, afectando al ya maltrecho consumo.
- Finalmente, es el momento de considerar los pagos de los préstamos estudiantiles que vuelven a entrar en escena. Este tormento para muchos jóvenes podría ser la guinda a este cóctel de tormentas perfectas.
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Conclusión
- Recordemos que hemos disfrutado de un verano con un aire de prosperidad económica, en el que los consumidores parece que bailaban al ritmo de las monedas. Sin embargo, parece que ese ritmo festivo ha dado un frenazo. ¿Está en riesgo nuestra preciada economía de consumo? Aún así, aunque las cifras se muestran menos alegres, debemos recordar nuestra labor crucial en el incesante ciclo económico.
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No es necesario ser un sabio de la Casa Blanca para darse cuenta de la «cuádruple amenaza» que se cierne sobre nosotros. La inactividad del gobierno, las huelgas, el ascenso del precio del petróleo y el retorno de las deudas estudiantiles amenazan con lesionar nuestro poder adquisitivo.
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Pero no todo son nubes en el horizonte, los ciudadanos siguen mostrando un ánimo sólido en el ámbito laboral, persistiendo en su esfuerzo desde que empezó la pandemia. ¡Esto ayuda a minimizar la esperada desaceleración del consumo! El problema surge si, en este ajedrez que llamamos economía, los trabajadores deciden jubilarse temprano, poniendo a nuestra economía en jaque.
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Parece que se acerca un periodo en el que debemos ajustarnos el cinturón, olvidando las alegrías estivales y volviendo a la dura realidad. Estos datos sin duda nos instan a ser observadores críticos del estado económico y prepararnos para lo que se nos viene encima. En resumidas cuentas, estas cifras podrían ser un barómetro crucial para detectar si se está gestando la tormenta perfecta en el consumo. No queda más que esperar y ver qué nos tiene reservado el futuro. Por el momento, no pierdas de vista tu tarjeta de crédito.
Un informe reciente de Bank of America (BofA) señala que el indomable gasto del consumidor podría estar empezando a dar muestras de flaqueza. Al parecer, BofA ha detectado un ligero y preocupante descenso en el gasto con tarjetas de crédito, concretamente un 0.3% durante la semana que concluyó el 23 de septiembre, frente al mismo periodo del año anterior. Es como si, tras un verano de ajetreo y consumo, las compras empezaran a buscar su punto de equilibrio.
Durante la última semana de septiembre, las cifras de Bank of America han desvelado una solitaria golondrina surcando un aire cargado de tempestades financieras. El gasto realizado con tarjetas de crédito ha disminuido un simbólico aunque crucial 0,3% respecto al mismo periodo del año pasado. Ten en cuenta que nos encontramos en una temporada de desenfrenado consumo, por lo que cualquier descenso se nos antoja significativo. No obstante, existen dos categorías que se resisten al sombrío color rojo: la gasolina y la electrónica.
Es incierto si estamos ante un simple aliento de cambio estacional tras el frenesí veraniego, o si nos encontramos ante una tendencia que va a marcar un futuro más largoplacista. Solo el tiempo lo dirá. Por ahora, lo único constante es la incertidumbre, y como jugadores experimentados en este vasto casino financiero, seguimos las tendencias y ajustamos nuestras estrategias para los próximos embistes del mercado.
Iniciando con una mirada profunda, las diminutas fisuras en la inexpugnable confianza del consumidor parecen contar un relato desconcertante. El patrón de gastos en las tarjetas de crédito del Bank of America (BofA), siempre un fiel reflejo del ánimo de los compradores, muestra una disminución del 0.3% durante la semana finalizada el 23 de septiembre, en contraste con la misma semana del año anterior. La gasolina y la electrónica parecen ser las aparente víctimas de este comportamiento, pero es imposible no detectar el recorte en el gasto en casi todas las demás categorías durante el último mes.
El panorama que se dibuja en nuestro horizonte financiero no parece, precisamente, el más halagüeño. Si quisiéramos resumirlo, bien podríamos acuñar el término «cuádruple amenaza» para definir la presión a la que se verán sometidas nuestras finanzas.
Pese a este panorama desalentador, un atisbo de esperanza nos lo ofrece nuestro amigo Greg Daco, economista jefe de EY. Este nos recuerda que la fortaleza actual del mercado laboral, con una mayor participación que al inicio de la pandemia, nos podría proteger ante este cataclismo financiero. Siempre y cuando, claro está, los trabajadores no se jubilen más rápido de lo previsto. Prefiero evitar entrar en términos catastróficos.
En resumen, nos adentramos en un paisaje sombrío y en tiempos desafiantes. Sin embargo, siempre podemos optar por ver el vaso medio lleno, ¿verdad? Así que, ajústense los cinturones, damas y caballeros, este viaje económico promete ser emocionante.
Los últimos informes de Bank of America nos dejan pensativos, sin duda. La posible bajada en el gasto con tarjetas de crédito puede ser una señal precoz de una rebaja en el gasto del consumidor conforme se avecina el último trimestre del año. ¿Quién diría que el gasto en gasolina y en electrónica acabaría siendo los héroes inesperados en el cierre del verano?
Fuente de la noticia: https://finance.yahoo.com/news/credit-card-data-shows-us-consumers-spent-less-in-september-a-sign-of-a-slowdown-175014922.html