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Introducción
Probablemente recordamos todos aquella celebérrima frase que proclamaba: «Nada es seguro, excepto la muerte y los impuestos«. Siendo absolutamente sinceros, hoy en día, deberíamos añadir un tercer elemento a esta lista: Google. El gigante capaz de volverse nuestro epicentro digital, arrastrándonos a dilatadas jornadas de inmovilidad frente al ordenador. Pero no nos engañemos, Google no es omnipotente y nosotros vamos a contárselo.
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Alphabet Inc, conglomerado del que emerge Google, experimentó recientemente un golpe financiero, como la trayectoria descendente de una flecha, con un 10% de pérdida en su valor de mercado. Y no, no subestimemos un 10%. En términos energéticos, estamos hablando de un impacto comparable al valor combinado de compañías como Nike y Disney. Una cuantía equivalente a 166 mil millones de dólares. Sí, lo han leído bien.
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Por si fuera poco, resulta que los resultados financieros de Alphabet cosechados durante el último trimestre se posicionaron firmemente por encima de las expectativas. ¿Qué extraña conjura es esta que provoca tal abismo en las cifras? Puro enigma.
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La explicación subyace, en parte, en la desafortunada andadura de la división de computación en la nube de Alphabet que no ha sabido estar a la altura de expectativas del mercado, luciendo palidez y desventajas frente al auge que Microsoft vive en el mismo sector.
Como se suele decir, no todas las piezas del tablero poseen el mismo valor.
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Los inversores, esos peculiares actores con carteras repletas, presencian este episodio con una expresión desencajada reminiscente al mejor poker face. No podemos culparles. La decidida inversión de Alphabet en startups y en un desarrollo algo tembloroso de servicios de inteligencia artificial parecen haberle jugado una mala baza.
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¿La moraleja de todo esto? Alphabet, y por ende Google, no son, al fin y al cabo, intocables.
Y con esta reflexión, permítanme retirarme a observar si mis acciones de Google han atravesado indemnes este inusitado vendaval…
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Análisis del desplome financiero
Con perplejidad miramos el descalabro de Alphabet Inc, un gigante en nuestro cotidiano, cuyo valor de mercado se desplomó cerca de un 10%. La paradoja de este descenso es, paradójicamente, la clave para entenderlo.
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La nube en declive: desencanto en los mercados
En las altas esferas empresariales, las expectativas son abismales, y, en ocasiones, inagotables. Incluso si superas las previsiones, a veces pasa desapercibido. Alphabet Inc., la madre indiscutible de Google, es un ejemplo fehaciente de esto.
Aunque Alphabet presentó un informe financiero sólido, su rama de computación en la nube se quedó a la sombra. Sí, lectores, el coloso tecnológico ha recibido un guiño de soslayo, registrando unos menguados ingresos operativos de 266 millones de dólares. ¿No parece mala cifra, considerando la tempestad que nos embiste, verdad? ¡Pues no! Al menos, no para los mercados, que estimaban una cifra cercana a los 434 millones. Como se puede ver, la realidad se desinfla cuando no colma las expectativas.
Un escrutinio meticuloso de los números nos revela datos reveladores. La unidad de nube de Alphabet experimentó su crecimiento más pausado en casi tres años, un escenario en contraste cuando lo cotejamos con el desempeño de Microsoft en el mismo terreno. Esto desvela la enorme dependencia de Alphabet en una clientela que va desde corporaciones de gran crecimiento hasta startups.
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El triunfo de Microsoft: comparación con la competencia
¿Cómo puede ser que el declive de Alphabet en el sector de la nube contraste tanto con el rotundo éxito de empresas como Microsoft? ¿Es cierto que Alphabet tiene mayor exposición a clientes de alto crecimiento y startups que han tenido que ajustar sus presupuestos drásticamente?
El triunfo de la unidad de computación en la nube de Microsoft deja a Alphabet en un paisaje diferente; uno que pone de relieve las inquietudes de los inversores. Parece que la confianza de la empresa en las startups y la despliegue tibio de los servicios de inteligencia artificial juegan un papel fundamental.
En esta escaramuza de números y pronósticos, el lento despliegue de la inteligencia artificial en Alphabet ha causado desconfianza. Los inversores tienden a empaparse de startups y quieren ver un mayor retorno de inversión en tecnología novedosa.
Adentrándonos más en el juego financiero, entendemos que incluso los colosos más sólidos pueden temblar. Sí, el titán Alphabet todavía puede pulsar y bombear el codiciado oro de las ganancias. Pero para que esto suceda, como se refleja en nuestro espejo analítico, Alphabet necesita reinventarse, innovar y, sobre todo, satisfacer las aspiraciones de un mercado ávido de avances tecnológicos y sofisticación sutil.
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Implicaciones para los inversores
Parece que incluso las titanes de la tecnología sufren temblores en sus cimientos. Echemos un vistazo al caso de Alphabet Inc., la empresa matriz de Google. A pesar de presentar un informe financiero sólido, recibió un notable golpe en la bolsa. Sí, estimados lectores, la gran entidad de la red se despojó en un día de una sustancial porción de su riqueza, perdiendo una décima parte de su valor de mercado. Para que lo entendamos mejor, con esa pérdida podríamos adquirir empresas del calibre de Nike o Disney, ¡y aún nos quedaría cambio para unas cañitas!
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¿Pero cómo es posible que un coloso así titubee? Bueno, la responsabilidad recae en esa nube de datos que se presumía sería el edén para sus inversores, pero que se ha tornado en una tormenta amenazante. Los conocedores en la materia, esos eruditos del análisis financiero, habían pronosticado que la sección de computación en la nube de Alphabet Inc. iba a mostrar ingresos operativos de 434 millones de dólares. Sin embargo, el resultado final se quedó en unos más discretos 266 millones. Esta situación ha hecho que muchos reconsideren si es prudente invertir sus ahorros en este volátil negocio de la nube.
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La esencia del problema radica en que Alphabet ha puesto su mirada en los clientes más pequeños, los que están en sus inicios y que tienen un amplio espacio para crecer, como las startups y las empresas de alto crecimiento. Pero, paradójicamente, estas empresas han sido las más resueltas en su propósito de control de costos, lo cual ha conducido a medidas de ahorro que han infligido un golpe al crecimiento de la unidad de nube de Alphabet.
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Sí, es cierto que el panorama para los inversores de Alphabet se ha oscurecido un tanto. Sobre todo si recordamos el brillante rastro de Microsoft en el mismo sector de la nube, que deslumbra frente al estancamiento de Alphabet. Por si eso fuera poco, las interrogantes sobre la estrategia empresarial en la implementación de sus servicios de inteligencia artificial, que parecen avanzar a paso de caracol, han enfriado aún más las expectativas.
Por tanto, estimados futuros inversores, si uno de los gigantes de Silicon Valley puede tambalearse, ¿no pensáis que es el momento idóneo para afinar nuestras estrategias de inversión? Recordad que lo que sube, inevitablemente, ha de bajar. Y a veces, el descenso puede ser tan vertiginoso que deja un enorme cráter en el mercado de acciones.
Así que, nuestra recomendación es que estés siempre al tanto de las noticias financieras globales y que no olvides que la inversión en tecnología siempre tiene sus riesgos.
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Conclusión
Alphabet, el coloso conocido por ser la matriz de Google, ha encajado un buen gancho de derechas en el ring financiero. Para sorpresa de muchos, este revés ha nivelado a la gran empresa con el resto de ‘mortales’, dejándonos claro que, incluso en lo más alto, la estabilidad no está garantizada.
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Se puede decir que el rendimiento insuficiente de la rama en la nube de Alphabet ha actuado como un catalizador en el aspecto económico de la compañía. Pese a que los ingresos fueron notablemente altos, no alcanzaron las expectativas desorbitadas de los inversores, evidenciando lo cruel y exigente que puede llegar a ser el mercado.
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Lo que resulta evidente es que el exceso de confianza de Alphabet en startups y empresas emergentes, junto a la tardanza en la implementación de servicios de inteligencia artificial, han causado un traspié nada deseado. Un riesgo que, aunque apetecible en teoría, en la práctica se ha transformado en un boomerang siniestro.
Esta nueva situación de Alphabet es un toque de atención para aquellos inversores que, llevados por la seguridad que transmiten los gigantes tecnológicos, olvidan la imperiosa necesidad de diversificar y mantenerse flexibles ante cambios del mercado. A todos ellos les recuerdo el viejo refrán: no metas todos los huevos en la misma cesta.
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¿Qué lecciones podemos sacar de este descalabro de titan? Primero, que no importa lo grande que seas, puedes caer. Segundo, que una estrategia de inversión basada en la diversificación puede ser nuestro salvavidas en caso de un naufragio financiero. En definitiva, nunca hay que relajarse y siempre hay que estar alerta. El rey también puede tener su talón de aquiles, amigo inversor.
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