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Introducción
Energía eólica marina: Adentrarnos en los misteriosos mares de la energía eólica marina siempre fue una ambición para Estados Unidos. Armados con inversiones significativas y con el objetivo de construir un imponente bosque de turbinas frente a la costa atlántica, esta promesa de una energía verde consistente ondeaba con firmeza como estandarte del futuro. El logro de este desconocido paraíso energético parecía estar a nuestro alcance. Sin embargo, los sueños, a veces, no son más que eso, sueños.
Las expectativas de un «mercado prometedor» se transformaron en un accidentado camino repleto de desafíos crecientes. No fue la mala gestión lo que dificultó el viaje, sino una serie de obstáculos imprevistos que surgieron en este mar azul de oportunidades. Los embates de la pandemia y el alza de las tasas de interés convulsionaron la cadena de suministro de esta naciente industria, haciendo que la afirmación de «es más difícil de lo que parece» resonase en todos los rincones de la misma.
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Desarrollo de energía eólica: Con su espíritu indomable, Estados Unidos ha conseguido instalar cerca de dos docenas de turbinas en sus aguas, un logro que merece reconocimiento. Sin embargo, cuando se compara con las más de 6000 turbinas eólicas que adornan el otro lado del Atlántico, se hace evidente cuánto camino queda por recorrer. Como dice el refrán: no todo lo que brilla es oro.
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Inversión en energía renovable: Los estados del este, caminando al borde de la incertidumbre, han pactado la construcción de casi veinte parques eólicos en mar abierto, capaces de generar 21 gigavatios. Esta capacidad sería suficiente para satisfacer las necesidades de más de seis millones de hogares. Sin embargo, casi la mitad de ese potencial ha sido renegociado o, simplemente, abandonado.
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Inversión en energía eólica en Estados Unidos: Estamos presenciando un cambio en la industria de la energía eólica marina en Estados Unidos. Donde antes crecían proyecciones optimistas para 2030, ahora vemos recortes y cambios de estrategia. Comparado con Europa, que ya cuenta con 32 gigavatios de capacidad de energía eólica offshore, los ambiciosos planes de Estados Unidos se encuentran con inesperados escollos. Por un lado, tenemos retrasos en algunos proyectos y, por otro, la cancelación completa de otros. Al final, parece que conquistar este nuevo horizonte energético requerirá más que un espíritu aventurero.
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Planificación versus realidad
Energía eólica marina, un término sinónimo de progreso y sustentabilidad. Sin embargo, hay una gran separación entre la teoría y la práctica. En el intrincado mundo de las finanzas y las inversiones, existe un viejo dicho que reza «el papel lo aguanta todo». Un término que se utiliza para ejemplificar aquellos casos en los que las expectativas se desbordan y te llevan mucho más allá de la realidad. Sin lugar a dudas, este refrán es perfectamente aplicable a la industria de la energía eólica en Estados Unidos.
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Las espectativas decoraban una imagen grandiosa, proyectando cientos de majestuosas turbinas eólicas alineadas a lo largo del Atlántico, desde Maine hasta Virginia. Sin embargo, al despertar de este sueño, nos encontramos con una realidad muy diferente: solo un par de docenas de estas turbinas se erigen en la realidad. España, con más de 6000 de sus turbinas desplegadas a lo largo de sus costas, parece llevra la delantera.
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Las entidades del este se han arriesgado y otorgaron contratos para la construcción aproximada de 24 parques eólicos marinos con una increíble capacidad eléctrica de 21 gigavatios. Una cantidad impresionante, suficiente para abastecer a más de seis millones de hogares. Sin embargo, la realidad vuelve a imponerse. Los responsables de los proyectos han cancelado o solicitado la renegociación de las tarifas de casi la mitad de esa capacidad.
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Las proyecciones sobre el desarrollo de energía eólica para 2030 han caído en picado, similar a la caida de la bolsa de Wall Street después de un tweet de Elon Musk. Según Proyecciones de BloombergNEF, la inversión en energía renovable, específicamente eólica, sugiere la instalación de solo 15 gigavatios de energía eólica marina; un tercio menos de lo previamente especulado. Mientras tanto, Europa se prepara con unos 32 gigavatios de capacidad eólica marina, desbancando a Estados Unidos.
En resumen, los números y las realidades de los proyectos nos cuentan una historia de incumplimientos y expectativas desinfladas. Un sueño de energía limpia y sostenible frustrado por una serie de obstaculos. Y no se trata solo de meros retrasos, si no de la palpable posibilidad de que algunos de estos parques eólicos nunca lleguen a construirse.
Para prosperar en el incierto mundo financiero, no basta solo con una visión grandiosa. Es en la puesta en práctica de estas ideas donde reside realmente el triunfo.
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Factores que obstaculizan el crecimiento
Energía eólica marina, una realidad placentera para unos y compleja para otros. La industria de la energía eólica marina en Estados Unidos ha tenido que lidiar con numerosos desafíos y dificultades. Un potencial que parecía prometedor, con su desarrollo de energía eólica masivo de turbinas en el Atlántico, se ha encontrado cara a cara con una realidad inclemente: lo que comenzó como un viento favorable se ha convertido en un vendaval en contra.
El inesperado frenazo ha tenido varios culpables, pero uno de los más destacados ha sido la pandemia global de la COVID-19. Este enemigo oculto ha presionado las cadenas de suministro de energía eólica hasta límites inéditos, dejando a más de un líder corporativo desconcertado, sin saber cómo sortear los inmensos obstáculos que esta plantea.
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En segundo lugar, las altas tasas de interés han jugado un papel fundamental en esta crisis, poniendo barreras casi infranqueables a las ya dañadas carteras de los inversores. Este cruel juego económico ha propinado un duro golpe a quienes buscaban oportunidades de rentabilidad en la industria.
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Al margen de estos factores, los ejecutivos del sector no previeron el grado de escepticismo que se encontrarían en su camino. El mar, con su propia personalidad y temperamento, ha demostrado ser un rival formidable. Cada intento de anclar una turbina en su lecho ha sido más complicado y costoso de lo que se creía en un principio.
Con esta emocionante lucha entre el ser humano y los elementos de la naturaleza, solo podemos aguardar con expectación a que se produzca un giro benigno en la trama. Estamos a mitad de la historia, y todo revés puede ser el preludio de una gran victoria. No obstante, mientras el desenlace no llegue, los inversores están obligados a adaptarse a un ambiente de incertidumbre que, de momento, no ofrece indicios de mejora.
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Perspectivas a futuro
Mirando hacia lo que el futuro puede deparar, la actual vulnerabilidad de la industria eólica marina en Estados Unidos supone un cúmulo de desafíos a medio y largo plazo. Es normal preguntarse: ¿Cómo es posible que la nación líder en innovación tecnológica cede terreno en un sector tan promisorio?
Según los datos proporcionados por BloombergNEF, la situación es decepcionantemente austera. Aunque en junio manejábamos expectativas que triplicaban la capacidad total offshore, las proyecciones actuales no alcanzan más que un tercio de aquellas cifras. Hablamos de alrededor quince gigavatios para el 2030, una cantidad que no saca de quicio a Europa con sus sólidos 32 gigavatios de capacidad eólica ya instalada en alta mar.
¿Significa eso que debemos adoptar una postura conformista?
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No me lo imagino. Si nos sumergimos en el universo de los números, las proyecciones hablan de unas veinticuatro instalaciones eólicas marinas con una capacidad eléctrica de 21 gigavatios, suficiente para dar servicio a más de seis millones de hogares. No es un camino fácil y las metas son de hércules, pero a pesar de todo, la industria energética eólica marina de Estados Unidos tiene la capacidad de sobreponerse a estos pronósticos.
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Por lo tanto, a pesar de que la ralentización es una realidad, el futuro, aunque nebuloso, tiene ciertos tintes de esperanza. Más que una transformación energética esperada, la industria de la energía eólica marina podría tomar ímpetu si consigue sortear los desafíos logísticos y financieros actuales. El viento sopla de todas formas e incluso si la tormenta parece acecharnos, no debemos olvidar que después de la tempestad siempre llega la calma.
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¿Veremos un resurgir de la industria eólica marina en Estados Unidos? Mi respuesta es afirmativa, aunque quizás no tan ágilmente como nos gustaría.
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Conclusión
Energía eólica marina: En resumen, la industria de la energía eólica marina en los Estados Unidos no vive su mejor momento. Aquellos idílicos sueños de antaño, donde se vislumbraban legiones de imponentes turbinas surgiendo de las profundidades oceánicas, se han estrellado contra la rocosa realidad. Y, como a menudo sucede, la responsabilidad no corresponde a un único elemento, sino a una maraña de factores tan compleja como la red de cables que esperaban desplegar por el lecho marino.
- Desarrollo de energía eólica : El factor determinante de esta crisis serían las tensiones generadas a raíz de una temblorosa cadena de suministro de energía eólica y unos costos de la energía eólica en auge, circunstancias imprevistas que han desembocado en una mayor dificultades para la instalación y, en consecuencia, un incremento de los costes.
- Impacto de la pandemia en la energía eólica : Y como si el viento soplase en nuestra contra, llega la pandemia, que ha supuesto un golpe extra para una industria bajo sospecha.
- Inversión en energía eólica en Estados Unidos: Así pues, el arranque norteamericano se encuentra estancado mientras que la iniciativa europea, con sus más de 6.000 turbinas eólicas ya en funcionamiento, devora distancias con fervor. Pese a contar con contratos, los proyectos se paralizan, se renegocian y la perspectiva continúa siendo incierta. El futuro se ha teñido de un gris sombrío que no deja entrever si las turbinas prometidas verán finalmente la luz del día.
- Comparación de energía eólica entre Estados Unidos y Europa: Mientras tanto, las previsiones siguen descendiendo. Para 2030, ya no se aguardan los 21 gigavatios prometidos, sino apenas unos 15. Y el tiempo, que no se detiene, sigue marcando, perfilando un panorama en el que equiparar el logro europeo parece un reto cada vez más insuperable.
- Desafíos de la industria de la energía eólica: En consecuencia, sí, es un golpe duro para la emergente industria eólica estadounidense. Pero, ¿indica este el final del camino? Probablemente no. Sin embargo, es cierto que ha quedado demostrado que el sendero hacia la transición energética puede ser mucho más arduo de lo que originariamente se anticipaba. Desafíos, demoras y replanteamientos, son la música con la que hoy danza la energía eólica marina en los Estados Unidos. Un baile complicado, lleno de altibajos, pero que no termina. ¿Quién decía que cambiar el mundo iba a ser fácil?
Retos y desaceleración en la industria eólica marina de EEUU
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