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Introducción
- El poderoso sector inmobiliario chino abarca un impresionante 30% de la producción total del país. Sí, lo has interpretado correctamente. Ese relajante paseo por la muralla ha adquirido un tono de vértigo intenso tras el desmoronamiento de 53 empresas de construcción en un periodo de dos años. El culpable, como en muchos suspense financieros, es un endeudamiento excesivo ante una demanda de propiedades a ritmo lento.
- Para añadir un poco más de intriga, los bonos de los constructores, denominados en dólares, han descendido a un abismo financiero, perdiendo un sorprendente 87% de su valor, como quien olvida el monedero en un taxi. Pero eso no es todo, la economía en su conjunto ha sufrido un impacto con un crecimiento del PIB más bajo del esperado. Ahora, el futuro se presenta en tono de escepticismo y los años 2023 y 2024 se prevén menos brillantes de lo previsto.
- Frente a esto, es lógico preguntarnos si el gobierno chino intervendrá en este problema. Hasta ahora, y al son de la melodía Remember Tomorrow de Iron Maiden, los estímulos prometidos parecen pertenecer al género de ciencia ficción, y contribuyen a enfriar aún más la economía del país. Sin duda, estamos frente a una situación en la que es crucial aprender para esquivar las dificultades y los desplomes. Porque si algo tenemos claro, es que la riqueza no se calcula en yuanes, sino en la habilidad para aprender de las situaciones de crisis.
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Desplome de las empresas constructoras y descenso en valor de los bonos
- El sector inmobiliario, responsable de aproximadamente un 30% de la producción total de China, nos enseña que esta situación va mucho más allá de una sencilla fisura en la fachada. Estamos presenciando una caída del sector inmobiliario chino que expone las bases temblorosas de la economía de esta gigante mundial. En esta escenografía desalentadora, no sólo la deuda de las empresas constructoras y la disminución de la demanda de nuevas viviendas se llevan los titulares, sino que fungieron como arquitectos de su propia debacle.
- La pérdida entre los inversores se manifiesta con cifras impresionantes. Los bonos en dólares de los desarrolladores han sufrido un descenso comparable con las mejores -o peores, dependiendo del punto de vista- montañas rusas, perdiendo inquietantemente un 87% de su valor. De 1549 mil millones iniciales, quedamos con 1355 mil millones, según un informe de Debtwire. Cifras que aceleran el pulso, ¿no te parece?
- Esta calamidad está generando un estancamiento económico en China que se traduce en pesadillas para muchos. El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del segundo trimestre sólo fue del 6.3%, un porcentaje que queda corto a las expectativas de los expertos, afectando el crecimiento del PIB chino. Las perspectivas desalentadoras para 2023 y 2024 añaden un toque agridulce a este pastel ya de por sí difícil de tragar.
- Y para añadir preocupación al asunto, Country Garden Holdings, el mayor desarrollador de China, podría ser el próximo en caer, a menos que cumpla sus obligaciones de pago antes de que venza el plazo.
- Para culminar, la respuesta del gobierno chino ante esta situación ha sido, hasta ahora, nula, permitiendo que el sector inmobiliario continúe su descenso sin frenos, lo que subraya su dificultad para diversificar una economía exageradamente dependiente de la construcción.
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Impacto en la economía china
- Las perspectivas pueden empeorar. Country Garden Holdings, la joya de la corona del sector constructor chino -el mayor desarrollador del país por ventas- es un caso ilustrativo. El gigante se encuentra peligrosamente cerca del abismo, con dos bonos vencidos que necesita cubrir antes de que termine el plazo de gracia de 30 días. ¿Lo conseguirá? El tiempo tiene la respuesta.
- En todo este torbellino, brilla por su ausencia el gobierno chino. A pesar de los grandes discursos y promesas de que intervendría para frenar el hundimiento del sector, hasta ahora, ha habido más acción en una sesión de yoga. Por si fuera poco, la crisis inmobiliaria ha emergido como un obstáculo en la ruta económica del país, un lastre más en su camino.
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Proyecciones futuras y posibles soluciones
- No obstante, se vislumbran luces de esperanza en el horizonte económico chino. Algunos, con un deje de ironía, ven en esta crisis una peculiar invitación al baile de la oportunidad.
- La abrupta caída del valor de los bonos de magnitudes colosales -que se desplomó de 1549 mil millones a 1355 mil millones- podría impulsar un necesario cambio de dirección.
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Conclusión
- Las empresas constructoras son las actrices principales de esta historia. Se evaporan como el humo, arrastradas por su desmedida voracidad por el endeudamiento y la alarmante ausencia de nuevos compradores para sus inmuebles. Para añadir sal a la herida, el golpe financiero no ha sido amable con aquellos inversores que pusieron su fe y dinero en los bonos de los desarrolladores, actualmente depreciados a 11 centavos por dólar. Parece una broma macabra, pero es la amarga verdad.
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Como era previsible, este vendaval no le cae en gracia a la economía china. Las perspectivas de crecimiento del gigante se desvanecen, como un sol que se oculta en el horizonte del atardecer. Su Producto Interno Bruto del segundo trimestre de este año ya anunciaba el comienzo de un escenario postapocalíptico financiero, con un incremento del 6.3%, una cifra más baja de lo que hubiera gustado a los analistas.
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No olvidemos, entre tanto, que incluso el antes intocable Country Garden Holdings, el Michael Jordan de la construcción china, corre el riesgo de perder su corona a menos que pueda responder a dos bonos próximos a vencer antes de que suena la última campanada del mes de gracia.
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A pesar de la gravedad del panorama, el gobierno chino parece optar por mirar las nubes en vez de buscar soluciones tangibles para frenar la caída del sector inmobiliario. Este es un componente esencial en la economía de la nación y, si la tendencia actual persiste, podría poner en juego la expansión económica de todo el país. Huawei es solo una de las múltiples empresas que se ven afectadas por esta situación.
Iniciar el descubrimiento del extenso e indescifrable cosmos financiero chino puede resultar tan fascinante como un recorrido por la Gran Muralla, pero no siempre el destino es un final digno de un relato de ensueño. En el gigante asiático, un revuelo inesperado impone un serio desafío al entorno inmobiliario, generando caos económico de dimensiones imprevistas. Cuando el aroma distintivo de un declive económico se intensifica y los inversores comienzan a inquietarse más de lo habitual, es una señal indiscutible de que algo no va como debería.
En resumidas cuentas, encontramos una China bajo el impacto de la incrédula preocupación ante una crisis económica fermentada por una gestión inmobiliaria altamente criticable. Pareciera que, en su intento de evitar el resbalón económico, gusta de tropezar una y otra vez con el mismo obstáculo.
El coloso oriental pisa terreno pantanoso: la crisis inmobiliaria en China le ha propinado un gancho en su estabilidad económica. Un sector que aporta aproximadamente el 30% de la producción global de la nación no puede tambalear sin desencadenar tremores financieros.
¿Cómo podemos percibir este impacto? Uno de los indicadores que frecuentemente utilizamos para medir el pulso de una economía es el Producto Interno Bruto (PIB). En este asunto, la lectura que ofece ese indicador no es precisamente la más optimista. En el segundo trimestre, el incremento del PIB chino fue de un dispar 6.3%, quedándose corto ante las optimistas proyecciones formuladas por economistas. La algarabía se ha convertido en aprensión, pues las perspectivas de crecimiento para los años 2023 y 2024 se han visto recortadas.
No obstante, igual que sucede en la física, cada acción tiene una reacción a ella asociada. Y, en este caso, es el nerviosismo que se extiende por la economía china. Tomemos los bonos como ejemplo. Son vistos como inversión segura, ¿no? Esa era la creencia de los inversionistas de bonos chinos hasta que éstos vieron caer de manera aterradora su valor. Estamos hablando de una pérdida del 87% de su valor, una cifra impactante. Los bonos, que antaño se consideraban patrimonio seguro, han pasado de 1549 mil millones a 1355 mil millones. Estos no son solo números, amigos.
En resumen, la economía china está entre la espada y la pared, enfrentándose a las consecuencias de la implosión de su sector inmobiliario. ¿Superarán este reto? Las apuestas están abiertas. Pero por ahora, el golpe es real, palpable e innegablemente preocupante, especialmente para quienes apuestan por el vigor del dragón asiático. Un suceso similar que podemos ver es la subida de las tasas de interés en EE.UU.
La visión a futuro que se presenta para el sector de la construcción en China, escasea en optimismo. El impacto generado por el desplome de 53 empresas del rubro sigue reverberando, creando olas de inseguridad en un mar de incertidumbre.
Hablar del caso de Country Garden Holdings, antes symphony de las ventas, resulta inquietante. Su situación se ha tornado en una carrera contra el reloj, con la fecha límite de 30 días para amortizar los bonos vencidos acechando en cada amanecer. No se puede evitar simpatizar con su lucha, como si fuese una moderna historia de David y Goliat, donde el débil lucha contra los colosos bonos ávidos.
En este escenario, el rol central le pertenece al gobierno chino. Desde esa llave financiera que posee, se encuentra en la capacidad de estimular un sector que se encuentra al borde del abismo. Acciones contundentes, ayuda financiera, regulación, subsidios e incluso un giro en la política habitacional, podrían ser medidas capaces de transformar esta crisis en un prometedor renacer.
Así las cosas, los amargos frutos de los próximos años serán, sin duda, el legado de las decisiones que se tomen en este momento. En ese sentido, la esperanza gira en torno a que las decisiones gubernamentales tengan su eco en el sector inmobiliario y logren convertir a esta crisis inmobiliaria en una nueva melodía económica.
Para lograrlo, es indispensable contar con una dosis de innovación en la búsqueda de soluciones, audacia por parte del gobierno para implementarlas y, como no, paciencia. Reconstruir lleva tiempo.
Por resumirlo de manera sencilla, el coloso oriental está experimentando su propia partida de sillas musicales, aunque en su versión la escena se despliega en rascacielos repletos de opulencia. Parece una trama de novela, pero es la realidad: el entramado financiero tiembla como un castillo de naipes ante la posible caída.
En resumidas cuentas, solo nos queda seguir atentamente este emocionante serial financiero. Así que, estimados lectores, sean cautelosos con su moneda, que los rascacielos, a pesar de su insolente altura, pueden tambalearse con una inusitada facilidad.
Fuente de la noticia: https://finance.yahoo.com/news/chinas-property-crisis-deepens-87-170018728.html