El principal problema financiero de cualquier familia es la gestión de su patrimonio. La mayor amenaza a la que se enfrentan hoy la mayoría de los hogares del mundo esta asociada a la creciente inflación que ha alcanzado a economías que hasta hace pocos años la veían como un flagelo lejano.
Nos pasamos la vida hablando en contra de la inflación, todo político que aspira a gobernar cualquier país (y todo ministro de economía) lo primero que promete es combatir o evitar la inflación. Frente a este contexto… ¿qué significa la inflación, qué la causa y cuáles son sus efectos sobre las finanzas personales? pero sobre todo…¿cómo podemos actuar para minimizar su impacto negativo? Es lo que nos ocupa de manera más urgente.
¿Qué es la inflación y cuáles son sus causas?
Empecemos por decir que se denomina inflación a un aumento del nivel general de precios. Usualmente se calcula a partir de los incrementos porcentuales del costo de vida, es decir, cuánto varía la suma de dinero que paga un consumidor por un conjunto representativo de los bienes y servicios que adquiere.
Uno de los problemas al abordar la inflación es que su definición como un fenómeno de incremento de los precios puede llevar a una percepción equivocada de su causa.
Si se dice que el problema es que suben los precios, se puede pensar erradamente que el culpable es quien pone las etiquetas de los precios en los productos, es decir, el comerciante o empresario a quien enseguida se le acusa de especulador y las políticas que se diseñan a partir de esta premisa casi siempre van dirigidas a establecer controles de precios que solo causan más inflación y más dificultades a las finanzas personales.
La historia universal permite observar muchísimos casos de aceleración explosiva de la inflación. Estos episodios han llevado a la ruina a capas enteras de la población que han tenido la desdicha de vivirlos.
El caso de Zimbabue, ilustra claramente cómo los errores de política económica en especial, la impresión descontrolada de dinero, invasiones a la propiedad privada, expropiaciones de granjas, lo que a su vez ocasionó escasez de alimentos, endeudamiento excesivo, disminución de la inversión y caída del nivel de actividad económica, acompañados de una corrupción imperante, fueron los verdaderas causas estructurales del proceso inflacionario. El aumento de los precios es la consecuencia, no la causa del problema.
¿Cuáles son sus efectos?
Los efectos de la inflación en la economía y las finanzas pueden resumirse a que introducen incertidumbre. Dicha incertidumbre permea todas las instituciones, los presupuestos y en general cualquier planificación, generando sesgos cognitivos que afectan por mucho tiempo las decisiones de los individuos.
Investigaciones recientes en el campo de la economía conductual y la psicología social se plantean aspectos como la hipótesis de los años impresionables en la que se sugiere que durante los años formativos de las personas (aproximadamente entre 18 y 25 años de edad) se plasman sus creencias y valores, que permanecen relativamente inalterados durante el resto de sus vidas.
En consecuencia, el ambiente económico en el que transcurren esos años de la vida de las personas, la experiencia de las personas con respecto a las fluctuaciones económicas, particularmente la experiencia más reciente en sus vidas, tendrá un impacto profundo en sus expectativas económicas, afectando sus actitudes hacia el riesgo financiero.
Encuestas realizado en Río de Janeiro en 2014, observaron que las personas que vivieron sus años formativos durante el período de hiperinflación en Brasil (entre 1989 y 1994, cuando la inflación alcanzó niveles nunca antes vistos, hasta registrar una tasa de 82 por ciento en un mes en 1990), exhibían menor disposición a invertir sus ahorros en instrumentos financieros que las generaciones previas y posteriores a ellas.
Otro estudio con datos de las encuestas de Finanzas de los Hogares de Estados Unidos entre 1964 y 2004, halló que las personas que experimentaron rendimientos bajos en la bolsa de valores durante esa etapa de sus vidas reportaron un menor deseo de asumir riesgos financieros y estuvieron menos dispuestas a invertir en acciones.
Lo mismo ocurrió en el caso de los bonos. Estos resultados explican, por ejemplo, la relativamente baja participación de los jóvenes en la bolsa a comienzos de los años ochenta, cuando esta se recuperaba de los bajos y hasta negativos rendimientos experimentados en la década de los setenta.
De hecho, los niveles de inflación en si misma se ven afectados por las expectativas de las personas, que a su vez provienen de las experiencias previas de inflación que han vivido.
Los episodios de elevada inflación en la mayoría de los países latinoamericanos desde la década de los ochenta, han dejado y dejarán huella en el comportamiento de los hogares y las empresas, en especial el desarrollo de preferencias de inversión en activos reales en detrimento de los activos financieros.
Tales preferencias cambiarían a largo plazo, después de que se alcance un mínimo de estabilidad económica en la región.
¿Cómo podemos actuar para proteger las finanzas personales?
Una estrategia financiera comienza por identificar la etapa del ciclo de vida financiero en la que nos encontramos, observar el nivel de ahorro previo, compromisos financieros, y características socioeconómicas personales como estatus habitacional, salud y número de dependientes. Esta información permitirá establecer los objetivos de inversión, el esfuerzo de ahorro y la mezcla recomendada de activos.
Los objetivos de inversión van desde el sólo incremento del patrimonio, sin necesidad de generar ingresos corrientes, que es típico de personas jóvenes, hasta la necesaria generación de ingresos corrientes más usual en el caso de las personas mayores en situación de retiro.
Por su parte, la combinación de activos es la proporción de acciones, bonos, inmuebles y efectivo, entre otros activos, que un individuo debería acumular para alcanzar los beneficios que se propuso como objetivo en su estrategia de inversión.
En este sentido, los instrumentos más riesgosos tendrán una mayor participación en las estrategias de crecimiento patrimonial de largo plazo, debido a que suelen ofrecer mayores rendimientos que los instrumentos menos riesgosos (por ejemplo, bonos de alta calificación).
Para enfrentar el shock de corto plazo que introduce la inflación a las finanzas personales lo primero es tener claro que no basta con generar más ingresos, los desequilibrios permanecerán si no se tiene una planificación de gastos e ingresos, así como un manejo adecuado del crédito.
En periodos inflacionarios las estrategias de manejo de crédito pueden ser de gran utilidad para lograr incluso en esa circunstancia generar riqueza, a fin de cuentas, la generación de riqueza tiene más relación con el desarrollo de hábitos que con el dinero mismo.
Finalmente, en entornos de alta inflación, pueden considerarse los siguientes 6 consejos dentro de la estrategia, los cuales pueden ayudar a obtener mejores resultados:
- Invertir los ahorros en activos reales o en el incremento del valor de tales activos, por ejemplo: remodelaciones, ampliaciones y mejoras.
- Invertir en educación. La inversión en cursos de formación, sea universitaria, técnica o de mejora profesional permitirá a la persona percibir una mayor remuneración por su trabajo en el futuro, o mejorará las competencias necesarias para llevar adelante un negocio propio.
- Aprovechar el endeudamiento, escoger plazos largos, a tasas de interés que terminan siendo muchas veces negativas en términos reales (es decir, una vez que se considera la tasa de inflación)
- Evitar mantener por largos períodos excedentes en efectivo más allá de los necesarios para las transacciones regulares. Al acelerarse la inflación, el dinero pierde valor rápidamente, con lo que el poder de compra se va erosionando día a día.
- Llevar a cabo un control estricto del presupuesto familiar para crear excedentes que puedan ser ahorrados o invertidos. Por ejemplo, se puede disminuir el costo del ocio, al sustituir el consumo de ocio que implique desembolso de dinero como ir al cine, comer en la calle, entre otros, por otro que sea gratuito, como ir a parques, playas, plazas, paseos, etc.
- Conservar las pólizas de seguros (de salud, vehículo, vivienda, etc.), y ampliar sus coberturas. La cobertura que brindan los seguros es especialmente importante en tiempos de crisis, precisamente cuando menos preparadas financieramente están las personas para afrontar cualquier eventualidad.
Referencias