En el mes de septiembre del año 2008 ocurrió uno de los mayores colapsos en el sistema financiero mundial que aún a día de hoy se siente su impacto. Estamos hablando de la quiebra del tercer mayor banco de los Estados Unidos: Lehman Brothers. Dicha caída fue el suceso más visible de una serie de acontecimientos especulativos tanto de instituciones financieras como de inversionistas en todo el mundo, quienes usaron la manipulación y la codicia al máximo cuando existen desregulaciones a nivel de los gobiernos, sin importarles a quienes perjudican con tal de maximizar sus ganancias.
Este relato empieza a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001. El hecho de que se haya producido un ataque terrorista de esa magnitud en los Estados Unidos, provocó en su población mucha incertidumbre, haciendo que muchos redujeran el consumo de bienes y servicios, dado que como no se sabe qué pueda ocurrir, las personas optan por guardar su dinero y gastar sólo en lo prioritario.
Por supuesto, hay muchos factores que además de lo ocurrido el 11-S influyeron en la recesión en ese periodo de tiempo, como por ejemplo, las crisis de las empresas punto com, pero quiero darle sencillez a mi versión para que se entienda mejor, porque en este caso el detalle desvía la comprensión de un hecho de por sí, complejo.
Por lo antes señalado, en la primera potencia del mundo se estaba originando en esos tiempos una recesión económica, la cual es un temor para los políticos. Esto condujo a que La Reserva Federal (El banco central de los Estados Unidos) decidiera bajar las tasas de interés (el precio del dinero) y de esta manera estimular a la economía de cara a un mayor consumo. Dicha reducción de las tasas se extendió hacia todas las industrias, pero en especial a la inmobiliaria.
Al relajarse las condiciones para la obtención de los créditos para obtener una vivienda, muchas personas acudieron a los bancos a solicitarlos. Al mismo tiempo, como el negocio de los bancos se basa en dar créditos, pero en un afán de lucro inmediato, éstos no sólo decidieron otorgar créditos hipotecarios a personas que podían pagarlos, llamados préstamos prime, sino también a personas que no cumplían con los requisitos mínimos para obtenerlos (estos son los llamados préstamos subprime).
Atrás quedaron los días en donde los bancos emitían hipotecas y las conservaban hasta su vencimiento. En el caso que nos ocupa, los bancos de inversión “sedujeron” a los bancos comerciales, pidiéndoles esas hipotecas(si, como se lee) tanto las de categoría prime, como las subprime, las cuales mencioné a quiénes iban dirigidas, pero éstas al ser de alto riesgo de impago, generan una alta tasa de interés.
Claro, podemos pensar por qué los bancos comerciales iban a querer cederles en venta esas hipotecas a los bancos de inversión, si el negocio natural de los bancos, como ya les había dicho, es otorgar créditos. Pues existía una razón, económica, como no: los bancos de inversión ofrecían comisiones jugosas que en ocasiones superaban las ganancias obtenidas por las hipotecas para los bancos comerciales, y cuantas más hipotecas captaban los bancos comerciales y se las vendían a ellos, más comisiones obtenían. Y hablo de comisiones millonarias. Aquí ya tenemos el negocio armado para los bancos comerciales.
Esto se pone bueno ahora.
Los bancos de inversión se dieron a la tarea de agarrar todas esas hipotecas, las prime y la subprime y empaquetarlas…claro, se inventaron un instrumento financiero llamado CDO (siglas en inglés para obligaciones colateralizadas de deuda) las cuales…¡ oh, inteligente lector!, tenía como respaldo las hipotecas aquellas…y el respaldo de las hipotecas son…si, todas aquellas casas, locales comerciales y demás inmuebles. Por supuesto, para hacer este instrumento financiero más atractivo, los bancos de inversión recurrieron a sus “amiguitos» tales como Standard & Poor’s y Moody’s. Estas son agencias calificadoras de riesgo que evaluaron dichos instrumentos bajo la categoría AAA (esto en finanzas es como la nota máxima de las escuelas y universidades), y luego, se vendieron estos instrumentos como pan caliente a todo el mundo, en todo el mundo. Disculpen lo coloquial, pero sí, esto se le vendió a todo el mundo: Fondos de inversión soberanos (países), fondos de pensiones de muchos países, inversionistas individuales (porque hay gente en el mundo que tiene mucho dinero) y a innumerables fondos de inversión. Estos productos se vendían tal cual como se hace con las acciones de empresas y los bonos, en el mercado.
Para terminar de amarrar el producto, como quien dice, hacerlo más premium, los CDO´s tenían hasta pólizas de seguro: Muchas empresas aseguradoras, entre ellas una llamada AIG, emitieron algo llamado como permuta de incumplimiento crediticio (CDS por sus siglas en inglés), que en caso de un “improbable cumplimiento”,pasaría a indemnizarlas.
Pues bien, amigos …el negocio está armado:
Los bancos comerciales captan compradores y emiten hipotecas, las cuales son vendidas a cambio de comisiones suculentas a los bancos de inversión, quienes empaquetan estas hipotecas y las venden como un producto novedoso y asegurado con calificación AAA a todos aquellos inversionistas que al ver tanto bajo riesgo así como altos retornos y para colmo cuentan con un seguro, pues es el negocio perfecto. Les recuerdo que todo este proceso se gestó desde el año 2002 hasta su colapso en el 2008 en un contexto de bajas tasas de interés y alta liquidez. Por supuesto, mientras los que estaban primero (las personas que adquirieron los créditos hipotecarios) pagaran, todo iría de maravilla. Total, se supone que las casas nunca bajan de precio…
Más o menos, en el año 2006, previendo una alta inflación de acuerdo al escenario económico gestado por una política de bajas tasas de interés, la Reserva Federal las subió. Como consecuencia de ello, las condiciones para adquirir créditos de todo tipo, incluido los hipotecarios, se pusieron muy difíciles. De esta forma, se derrumbó el castillo de naipes…
Al endurecerse los créditos, particularmente los hipotecarios, quienes ya tenían compromisos contraídos se vieron en aprietos: Aquellos que tenían capacidad de pago, al ver que su colateral (el precio de la vivienda) experimentaba un colapso en su precio, decidieron no pagar más. Y los prestatarios subprime, por supuesto, no pudieron pagar más. Recordemos: Las tasas de interés subieron, y al detenerse el crédito, junto con el cese en los pagos de los mismos, los precios de los bienes raíces en Estados Unidos se fueron en picada.
En el caso de los CDO´s…¿Recuerdan el negocio redondo? Pues…al ocurrir la reacción en cadena de la caída de los precios de las viviendas y la imposibilidad de pago de las hipotecas, estos “instrumentos premium” empezaron a ser vendidos masivamente. Nadie los quería. La bomba les explotó en la cara a los tenedores de estos derivados al presenciar la basura que compraron. Tomemos en cuenta que se empaquetaron hipotecas buenas con hipotecas malas. Las calificadoras de riesgo se lavaron las manos como Poncio Pilatos alegando que “sus calificaciones sólo son opiniones”.
Las compañías de seguros entonces tuvieron que actuar, pero al presenciar que los productos financieros asegurados superaban en demasía su capacidad de pagarlas, muchas se declararon en bancarrota. En el caso de AIG, en su momento la compañía aseguradora más grande de Estados Unidos, tuvo que pedir un rescate al gobierno (Ya haré una reseña de estos “rescates”).
Como era de esperarse,muchas economías alrededor del mundo se vieron en problemas debido a que metieron mucho dinero en estos instrumentos financieros. Países tan disímiles como Lituania, España, Inglaterra, Japón y por supuesto, Estados Unidos vieron tambalear sus sistemas financieros hasta el punto de estar cerca de un colapso a nivel mundial. Empresas como General Electric, General Motors sólo por nombrar algunas también se vieron seriamente afectadas. En dicha reacción en cadena, grandes, medianas y pequeñas empresas a lo largo y ancho del planeta tuvieron que cerrar sus puertas.
En el caso de las instituciones financieras, empresas expuestas a estos activos tóxicos como Bear Stearns (adquirida en el año 2008 por JP Morgan), Citibank y por supuesto, la quebrada Lehman Brothers, un banco de 160 años de historia, literalmente, se tambalearon estrepitosamente. En Europa, BNP Paribas, la británica Northern Rock y la alemana Deutsche Bank, también acusaron el golpe en la quijada.
En el caso de Estados Unidos, que fue el país donde se originó todo y cuya onda expansiva sacudió la economía global, las personas se encontraron inmersas en deudas insoportables, desahucios (los bancos obligan a las personas a desalojar las viviendas que eran garantías de las hipotecas y en las cuales los prestatarios, particularmente los subprime, mayormente personas pertenecientes a minorías étnicas, hispanos y negros, vivían), suicidios, desempleos, y hasta ciudades fantasmas, todo ello se vivió y se sigue viviendo. Muchas fortunas personales, además de dinero invertido en fondos de pensiones se perdieron, en fin, el caos.
Había que hacer algo: ayudar a estas personas que lo habían perdido todo o no dejar caer al sistema…bueno, como un mal chiste, se decidió hacer lo segundo.
Gobiernos de todo el mundo, pero particularmente el de Estados Unidos, decidieron “rescatar” a las empresas en dificultades. El rescate se trata de inyectar dinero a estas empresas que, pese a haber tomado malas decisiones de inversión y dejarlas quebrar para sanear el sistema, pues se optó por no dejarlas morir ya que eran “demasiado grandes para caer”. A excepción de Lehman Brothers, entidades como Citibank, JP Morgan, Goldman Sachs,todas ellas bancos de inversión (quienes vendieron los CDO´s a granel) obtuvieron dinero fresco del gobierno, supuestamente para ayudar a los perjudicados. Sin embargo, lo aquí ocurrido es que hubo un traslado de riesgo moral porque a pesar de los errores de estas instituciones, se les salva y las pérdidas se socializan entre los ciudadanos de ese país en forma de impuestos, en ese momento, e inflación, con el paso del tiempo).
Quizá en el caso de Lehman Brothers, se decidió no rescatarla. Ya sea por su alta exposición a estos derivados tóxicos, o porque sencillamente, no quisieron, como una manera de dar el ejemplo. Otra de las empresas rescatadas fue la aseguradora AIG, quien estaba metida hasta los tuétanos en este asunto.
Lo que se puede evidenciar de todo esto es que se hace inaudito que los entes reguladores del sector financiero en los Estados Unidos, junto con la Reserva Federal, no hayan podido detectar lo que estaban haciendo, en complicidad, los bancos comerciales y los bancos de inversión. Y más grave aún es el hecho de que sumado a todo esto, las agencias calificadoras de riesgo se hayan atrevido a darles a esos derivados tóxicos la máxima puntuación y que para colmo hayan salido ilesas en todo este asunto. Por supuesto, cabe destacar que hubo mucha imprudencia de parte de las personas que a sabiendas de que tomaban un compromiso que a la larga no podían pagar, terminaron perdiéndolo todo. Realmente casi nadie lee las letras pequeñas de los papeles que firman, y eso también incluye a los que invirtieron en ese instrumento financiero exótico. A todas estas, por más conservador e incisivo que pueda ser un inversor, no se puede saber a ciencia cierta qué trucos y estratagemas emplean quienes quieren vendernos novedosos productos de inversión que para colmo, cuentan con una serie de respaldos que lo hacen atractivo. Si yo hubiera tenido dinero, quizá también hubiera caído en esa inversión.
Reitero, una vez más, que omití detalles para que se entendiera de una forma más simple lo que en realidad ocurrió. La derogación de la ley Glass-Steagall, la misma disminución y años después el aumento de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, el hecho de que se vendieran estos derivados en todo el mundo, el detalle de las condiciones de la adquisición de un crédito subprime y el inicio de programas de estímulo monetario para salvar a estos bancos de inversión, permiten dilucidar muchos aspectos que complementan este suceso. Si deseas profundizar más en este asunto, te recomiendo que veas este documental: