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Introducción
- Desempolvemos juntos el viejo modelo de crecimiento económico de Solow. Este genio del MIT, allá por la década de los 50, ya apuntaba a la tecnología como el caballo de batalla del progreso económico, algo que le valió, cómo no, un Premio Nobel en Ciencias Económicas en 1987.
- No obstante, todo el mérito de Robert M. Solow no debería distraernos de las incógnitas que plantea la Inteligencia Artificial (IA). Pocas tecnologías han creado tantos recelos como ésta. Se le hincha el pecho con elogios por las enormes posibilidades que abre, pero también aparece sometida a dudas por la perspectiva de que los robots sustituyan a los humanos en el tablero laboral. Sonará un poco novedoso, ¿no crees?
- No obstante, conservemos la tranquilidad. En cada momento de nuestra evolución, las nuevas tecnologías han generado cambios drásticos y beneficiosos en cómo trabajamos, abriendo nuevos senderos. ¿Quién no recuerda el teléfono y cómo cambió las reglas de juego en la madera, la minería o la manufactura, generando oportunidades laborales como las de operador de conmutadores? Ahora, la IA tiene fijado su ojo sobre los empleos de cuello blanco.
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Por consiguiente, medicina, derecho, ingeniería, mejor abrochad los cinturones… la IA amenaza con provocar un terremoto en todas estas disciplinas. Pero escuchadme, no solo tenéis que tomar mi palabra. Incluso Walter Parkes, guionista de famosas cintas como Wargames y Sneakers, compartió durante el reciente encuentro sobre IA y emprendimiento su convencimiento acerca del poder de disrupción de la IA, a la vez que mantiene su apuesta en la capacidad humana.
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Así pues, más allá del jaleo e incertidumbres que la IA pueda generar, no perdamos de vista el mensaje de Solow: al menos el 50% (¡medio!) de nuestro crecimiento económico viene propulsado por los avances tecnológicos. Así que, ¿Por qué no aceptamos este cambio y nos posicionamos en primera línea para aprovechar la próxima gran revolución del empleo de la mano de la IA?
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La IA y la disrupción laboral
- No obstante, a la vez, estas mismas innovaciones han permitido la creación de nuevos puestos de trabajo, emergentes en un prado floreciente de innovación. Pensemos en el teléfono, que dejó al telégrafo en la estacada, llevándose consigo determinadas oportunidades laborales. Pero, a cambio, surgieron nuevas industrias como la maderera, la minería o la manufactura, sin olvidarnos de la figura del operador de centralitas.
- Sin embargo, la IA, con su aura seductora, está provocando un terremoto más intenso. No apunta hacia los modestos cables del telégrafo, sino a puestos de mayor envergadura en ámbitos como la medicina, el derecho y la ingeniería. ¿Estarán las herramientas generativas de la IA rediseñando el concepto de trabajo intelectual?
- Frente a este panorama, hallamos a Walter Parkes, afamado guionista y figura venerable del cine. A su juicio, aunque la IA pueda remoldear guiones, canciones y libros a velocidad de vértigo, las verdaderas obras maestras, esas que despedazan la realidad y muestran nuestra humanidad, seguirán siendo patrimonio exclusivo de los seres humanos.
- Confío en que la IA, al igual que un maestro de ilusiones saca inverosímiles conejos de su chistera, abrirá nuevos y vastos campos de empleo. Incluso aunque pueda parecer que cierra oportunidades.
- La semana próxima, me adentraré más en esta reflexión, analizando estos potenciales nuevos empleos y alertando de los peligros que pueden surgir en esta transición tecnológica. ¡Hasta entonces!
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La creatividad humana en la era de la IA
- Estos atributos, al menos de momento, siguen siendo patrimonio exclusivo del ser humano. A pesar de que la IA pueda crear imitaciones realmente creíbles, sigue habiendo ámbitos en los que su limitación se hace patente.
- Somos nosotros, los seres humanos, quienes formulamos las ideas disruptivas, pensamos más allá de lo establecido y aportamos un soplo de aire fresco al panorama. Somos nosotros quienes nos desafiamos a nosotros mismos y a nuestro entorno, cuestionamos lo impuesto y depositamos el corazón y el alma en nuestras creaciones.
- Es imprescindible reconocer el impacto y los progresos de la IA, pero tampoco debemos despreciar la originalidad y diversidad de la creatividad humana. Debemos comprender que la IA y la creatividad humana no son antagónicas, sino complementarias. En el paisaje del futuro, hay suficiente espacio para que IA y creatividad coexistan y florezcan, cada una aportando su particular esencia, enriqueciendo nuestro entorno cultural y económico.
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La perspectiva de Solow y el crecimiento económico
- Hoy en día, la evolución tecnológica parece querer arrebatar el empleo, la seguridad y la identidad a numerosos profesionales de cuello blanco. Con la IA en el centro del debate, nos preguntamos si la transformación inminente de sectores como la medicina, el derecho y la ingeniería, que presienten una disrupción en sus campos, puede desestabilizar el equilibrio de un modelo económico que apenas toma en cuenta las predicciones de Solow.
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No obstante, esperanzados en medio del trajín postmoderno, confiamos en que, tal como sucedió con el telégrafo y el teléfono, la IA terminará generando nuevos empleos que, aunque aún no formen parte de nuestro panorama laboral, aporten ese 50% de crecimiento económico que Solow auguraba.
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Eso sí, no podemos ser ingenuos. Tenemos claro que la IA puede ser tanto fuente de ilusión como de incertidumbre, y no debemos olvidar que este nuevo participante en nuestro escenario laboral tiene el potencial de modificar radicalmente nuestras antiguas funciones profesionales.
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Por ello, mantener la esperanza en un futuro, aún incierto, pero prometedor para la IA, se vuelve crucial para afrontar esta transformación progresiva. Sin embargo, ¿qué lugar ocuparán nuestras experiencias y habilidades en este futuro? Walter Parkes, visionario guionista en el campo de las tecnologías informáticas, nos recuerda que nuestras vivencias humanas seguirán siendo el alimento principal de las obras de gran calidad.
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Conclusiones y próximas discusiones
- No obstante, todavía nos queda un largo camino hasta que una IA pueda rivalizar con la chispa original y talento genial del libretista humano, tal y como Walter Parkes nos sugiere. A pesar de que los dispositivos automáticos pueden generar desviaciones de guiones y melodías, son incapaces de competir con la creación humana, esa que se nutre de vivencias y experiencias reales y únicas. Lo que posee alma y vida, simplemente, no puede ser reproducido por máquinas.
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La Inteligencia Artificial propone, y sin duda lo hará, reinventar el mercado laboral tal y como lo conocemos. Aunque pueda resultar impactante, no debemos olvidar que la innovación tecnológica siempre ha sido motor de cambio, y en la mayoría de ocasiones, se traduce en crecimiento económico. Recordemos el modelo de Solow, que afirma que al menos la mitad de este crecimiento se debe a la evolución tecnológica.
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Es comprensible sentir inquietud ante lo desconocido, pues somos seres humanos, pero nos juega a favor que históricamente siempre hemos sabido adaptarnos y sacar partido a las nuevas condiciones. ¿Quién puede refutar que la IA también nos ofrecerá nuevas oportunidades de trabajo? Puede que aún no las conozcamos, pero seguramente llegará el instante de descubrirlas.
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El próximo capítulo en esta interesante trama profundizará en qué nuevos roles podrían surgir gracias a la IA y los riesgos asociados a esta transición. ¿Veremos la aparición de trabajos que hoy no podemos ni siquiera pensar? ¿Cómo nos resguardamos de los peligros que acarrea esta nueva era digital? Nos encontramos la siguiente semana para continuar adentrándonos en este fascinante mundo de la Inteligencia Artificial.
El cambio, como bien decían los antiguos filósofos, es la única constante en este mundo. Y si hay un agente de cambio más prominente que los demás en la actualidad, es la tecnología. ¿Has contemplado con frecuencia la medida en la que puede impactar en esferas tan críticas como son el desarrollo económico y la creación de empleo? No des más vueltas, estás en el sitio perfecto para ahondar en este interesante tema.
La irrupción en el mundo laboral por parte de la Inteligencia Artificial (IA) no es un tema reservado sólo a los foros especializados; se ha colado en la conversación cotidiana, en las charlas de sobremesa o frente a un café virtual. Y es que hay motivos para el temor: la IA, con su destello de código y resultados impactantes, parece tener en su punto de mira empleos tradicionalmente de cuello blanco. Es una realidad incontestable: el advenimiento de nuevas tecnologías siempre ha supuesto la desaparición de algunos empleos.
Así, la creación humana y la IA parecen disputarse el protagonismo en el escenario laboral. Sin embargo, y en una ironía de la vida, la lógica económica que llevó a Robert M. Solow al Nobel hace 35 años, deja claro que el desarrollo tecnológico, incluyendo la IA, impulsa al menos el 50% de la expansión económica. Podría decirse entonces, que la IA absorbe empleos para convertirlos en activos de crecimiento económico en un mágico truco de magia.
La Inteligencia Artificial (IA) ya tiene un papel protagonista en nuestras vidas y tiende a ser omnipresente. El mundo vive en un continuo fluir, en una evolución sin fin, pero ¿qué pasa con ese elemento que nos distingue como seres pensantes y libres? Me refiero, evidentemente, a la creatividad.
Existen voces que sostienen que la Inteligencia Artificial tiene la capacidad de emular la creatividad humana. Vale la pena mencionar que hay ejemplares de IA que han probado su destreza generando obras musicales, artísticas e incluso guiones para cine. Pero, ¿incurren estos en creatividad genuina o se trata simplemente de una mímica hábil y bien trabajada?
La respuesta seguramente reside en nuestra apreciación de la creatividad. Si bien es cierto que la IA puede gestionar enormes lotes de datos, reconocer las secuencias en ellos e idear respuestas en función de lo aprendido, ¿es acaso eso suficiente para catalogarlo como creativo?
La creatividad, por definición propia, comporta el surgimiento de algo novedoso y valioso. Se entiende como una competencia intrínseca del ser humano, la yuxtaposición de ideas, un prisma subjetivo de la realidad y, por encima de todo, un centelleo pertinaz que parece brotar de los pensamientos y nos conduce a interpretar el mundo de un modo distinto. No es meramente la habilidad para combinar o remezclar lo existente, sino la capacidad para originar algo completamente innovador.
La era de la Inteligencia Artificial conlleva desafíos de gran envergadura, pero en vez de ver la IA como un riesgo, debemos considerarla una herramienta que puede magnificar y liberar nuestra creatividad humana aún más. Esta visión nos permite no solo adaptarnos, sino también prosperar en la era de la Inteligencia Artificial, reinterpretando lo que significa ser creativo y cómo influimos en el mundo.
Volviendo nuestra mirada a las ideas de Robert M. Solow, galardonado con el Premio Nobel en Ciencias Económicas y autor de un novedoso modelo de crecimiento económico de Solow, encontramos un soplo de alivio frente a nuestras preocupaciones acerca del impacto de la Inteligencia Artificial en el trabajo. Nos embarcamos en un viaje nostálgico a los años 50 con Solow, llegando a la comprensión de que, a pesar de nuestras inquietudes frente a las nuevas tecnologías, el constante progreso técnico ha sido, y sigue siendo, responsable de más del 50% del crecimiento económico.
Con este pensamiento, abrimos el debate que continuaremos la próxima semana, desentrañando cada posibilidad, cada riesgo, cada nueva oportunidad que la IA pueda presentarnos en ese contexto de Solow que hoy nos acoge.
Al cerrar este análisis, nos encontramos en un escenario estimulante pero pleno en enigmas, navegando entre claroscuros en la era de la Inteligencia Artificial. No hablamos de una tecnología corriente, sino de una con potencial para reestructurar la dinámica laboral, desplazando no solo los trabajos rutinarios sino profesiones de alto standing, como abogados, médicos, ingenieros, o incluso, redactores.