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Introducción
- Hablamos, en concreto, de Arabia Saudí y Rusia. En efecto, leíste bien. Estos dos países, no precisamente conocidos por estrechar lazos, están uniendo fuerzas con una meta común: impulsar los precios al alza.
- La trama se pone aún más interesante. Estos poderosos aliados deciden estrujar el mercado precisamente cuando la demanda de petróleo alcanza cifras récord. Un consumo desbocado de 103 millones de barriles por día en junio, para ser más concretos.
- Esto ocurre en un contexto «donde los costes de los combustibles hacen que las temperaturas asciendan». Así, saudíes y rusos están reforzando su ofensiva petrolera, mientras la economía global se encoge ante un posible repunte inflacionario.
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Estrategia de OPEC+ y Arabia Saudí
- El decremento de la producción y sus derivaciones
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Efectos del incremento de los precios del combustible
- Papel en conflictos y necesidades de inversiones
- Repercusión en la economía mundial
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Posibles soluciones y su viabilidad
- A pesar de la promesa de revisar las cifras de producción una vez al mes y ajustarlas según sea necesario, Arabia Saudí parece decidida a mantener el ritmo de su producción petrolera.
- En lo que respecta al otro lado del Atlántico, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, tiene su propio as en la manga: la Reserva Estratégica de Petróleo. Aunque esta herramienta ha demostrado ser efectiva para controlar los precios en el pasado, aún está por verse si será suficiente para enfrentar la disparidad que se muestra en el mercado actual.
- En este tira y afloja entre Oriente y Occidente, China surge como un importante actor y detentador de un posible respiro en la escasez de petróleo. Sin embargo, la maltrecha economía del gigante asiático puede ser un arma de doble filo. Si bien una disminución en la demanda debido a los problemas económicos de China podría representar un alivio temporal a la escasez de petróleo, este es solo un parche, y no una solución a largo plazo.
- Después de meses en los que los consumidores tenían al precio en caída libre del petróleo como aliado, ahora son arrastrados por una realidad incómoda: el incremento del petróleo está afectando a la inflación general. Esto deja a Biden y a la Reserva Federal ante un dilema: lidiar con la actual situación del mercado petrolero y su impacto en la economía mundial. En este tipo de dilemas, no existen respuestas sencillas. Las soluciones propuestas son un mar en el que cada opción parece traer consigo tanto vientos a favor como tormentas.
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En este irregular juego de ajedrez económico, compradores y productores de petróleo se ven obligados a mover sus piezas en un instable tablero lleno de incertidumbre y desafíos, con la esperanza de lograr el añorado jaque mate. Nos encontramos ante un nuevo orden económico que exige revisar viejas estrategias y forjar nuevas.
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Un desafío en toda regla, que nos forzar a poner a prueba nuestra capacidad de adaptación y a reinventarnos. Ya se sabe, en tiempos de crisis, mentes claras y preparadas. Así que, a pensar.
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Conclusión
- ¿Y el cliente? Bueno, el cliente, como siempre, se sitúa en el centro de la tormenta. Aquí nos encontramos, lidiando con elevados precios del combustible en una economía mundial delicada, mientras intentamos encontrar la forma de frenar la inflación. No es para tomarlo a la ligera, esta circunstancia debe ser enfrentada por líderes a nivel global y grandes instituciones financieras, porque nadie desea empezar a vivir en un entorno similar al del salvaje Oeste petrolero.
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Además, lo que añade una pizca extra de complicación al asunto es que el dinero extra generado por el aumento de precios, alimenta los intereses de los países productores, como las ambiciones bélicas de Rusia o los planes de inversión de Arabia Saudí. Y mientras tanto, quizás puedas empezar a especular sobre la estrategia de reservas petrolíferas de Joe Biden o la posibilidad de que la economía inestable de China pueda acabar mitigando los precios del crudo. Solo el tiempo nos lo dirá. (Para obtener un sentido más profundo de la situación en China y su política económica, puedes leer nuestro post anterior aquí.)
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Entonces, bajamos el telón a un escenario petrolífero que empieza a resultar bastante desalentador, donde propuestas como incrementar la producción de petróleo suenan bastante improbables, y donde otras fuentes de suministro adicionales chocan con barreras. Todo esto, en un contexto que consideraba al petróleo barato como un aliado contra la inflación. Como ven, un delicado balance que un cambio brusco en los precios puede desestabilizar. Ahora los altos precios del crudo forman parte del problema inflacionario, y eso, queridos lectores, invita a reflexionar. Así que, prepárense, porque recuperar el control de esta situación puede ser un viaje más largo y difícil de lo que muchos desearían.
En el competitivo tablero de ajedrez de las materias primas globales, el oro negro siempre ha reinado con prepotencia. Resulta irónico pensar cómo este líquido oscuro y pringoso, que extraemos de las entrañas de la Tierra, pueda provocar tanto revuelo, ¿verdad? Sin embargo, parece que el petróleo se ha propuesto dar un giro de timón y poner rumbo hacia una subida vertiginosa.
Las cotizaciones se están disparando, alcanzando niveles que sobrepasan los 90 dólares por barril y sacudiendo a los adormecidos consumidores. Como se analiza en uno de nuestros anteriores artículos sobre la subida en precios de otros mercados, esta noticia puede afectar a numerosos sectores económicos.
El petróleo, como un actor de reparto que retoma su protagonismo, vuelve a la escena con incrementos de precio capaces de poner los pelos de punta a cualquiera. Y si alguien creía que este incremento era solo una coincidencia, es momento de desarmar ese pensamiento y enfrentarse a la cruda realidad de una táctica orquestada por los gigantes de la OPEC+.
Usualmente, el cambio de temporadas trae algo de desahogo al mercado petrolero, pero esta vez, el anhelado respiro se desvaneció cuando nuestros protagonistas decidieron cambiar las reglas del juego. La perspectiva indica que el último trimestre puede ser tan áspero que hace sombra al sofoco veraniego en términos de déficit. Según nuestra previsión económica publicada anteriormente, esta crisis podría suponer una revolución negativa en el mercado financiero.
Debate candente el que se presenta en el horizonte para capear esta tormenta. Mientras Arabia Saudita juega al despiste, otros protagonistas como los países miembros de la OPEC+ podrían ser fuentes de suministro adicional. Sin embargo, la solución no está exenta de complicaciones. El presidente estadounidense, Joe Biden, tiene en sus manos la Reserva Estratégica de Petróleo como posible carta en la manga. Este tema ya fue tratado en nuestra análisis de la situación actual.
Por último, y para añadir un poco más de dramatismo a nuestra historia, el consumidor se ve ante una nueva encrucijada. Los precios elevados de petróleo se convierten en un desafío que puede desestabilizar la inflación global. En resumen, «El ajedrez del petróleo sigue su partida, tan fascinante como siempre». ¿Quién afirmó que la economía era soporífera?
En este prisma vertiginoso y repleto de movimientos tácticos, Arabia Saudí, respaldada por la OPEC+, ha decidido mover sus fichas, en el ajedrez petrolero, de una forma que mantiene en jaque a novatos y expertos a nivel global. Veamos de qué manera estos movimientos, aparentemente inofensivos, pueden poner en un aprieto al panorama económico.
Para iniciar, es esencial considerar uno de los gestos más audaces por parte de Arabia Saudí en este tablero: la pronunciada disminución de la producción de petróleo en un millón de barriles diarios hasta que lleguemos al fin de año. Sin embargo, este no es un desplazamiento aislado dentro del tablero. De hecho, con Rusia reduciendo sus exportaciones, podríamos estar presenciando un jaque mate a la economía global.
La explicación tras esta repentina reducción de la producción petrolera es al mismo tiempo fácil y difícil de entender. En una jugada maestra, Arabia Saudí ha optado por limitar la oferta en un momento en que la demanda parece no tener frenos. A primera vista, parece desconcertante, pero si consideramos que esto pretende evitar una glaciación en el precio del crudo por exceso de oferta, el panorama se aclara.
El déficit se cierne como una gran tormenta en el horizonte, proyectando alcanzar los 2.7 millones de barriles diarios en el último trimestre del año. Como resultado, nos adentramos en una volatilidad que ni el mejor de los paraguas financieros podría protegernos del remolino económico que se avecina. El incremento en el precio del crudo podría disparar los índices de inflación, en un momento en que la economía mundial se tambalea al borde del precipicio.
Pero la tempestad no termina aquí. Arabia Saudí parece disfrutar del riesgo y no teme jugar con elementos volátiles. La reducción de la oferta pone contra las cuerdas a un mercado que está experimentando un gran impulso en el consumo, alcanzando un récord de 103 millones de barriles diarios en junio. No obstante, podríamos preguntarnos, ¿están realmente jugando al borde o es una estrategia premeditada?
La realidad es que el aumento de los precios, lejos de ser un castigo para los saudíes, les está permitiendo financiar sus prioridades de inversión. A su vez, también ofrece a Rusia los recursos necesarios para afrontar su conflicto en Ucrania.
Adicionalmente, Arabia Saudí ha dado un golpe de efecto al actualizar su política en función de las circunstancias, garantizando una revisión mensual de la producción y la posibilidad de aumentarla si fuera necesario. Sin embargo, ¿es realmente probable este giro de timón a corto plazo? No apostaríamos por ello. Después de todo, estamos en un campo de juego donde la estrategia hace toda la diferencia.
Resumiendo, esta jugada de Arabia Saudí, respaldada por la OPEC+, supone un alfil arriesgado en el delicado juego del dominio del petróleo. Un juego que tiene a la economía global en vilo, con el segundero avanzando sin pausa. Solo queda observar cuántos movimientos más puede resistir la economía global antes del inevitable jaque mate. En este contexto, es imperativo explorar posibles soluciones a la crisis del petróleo y sus implicaciones en la economía mundial.
El reciente encarecimiento del petróleo ha sembrado un panorama turbio en el ámbito global. Principalmente, es fundamental entender cómo estas alzas influencian distintos ámbitos, con un enfoque especial en la financiación de conflictos y las decisiones inversoras.
El incremento del precio del petróleo en verano ha dotado de un fondo económico mayor a dos actores internacionales de peso: Rusia y Arabia Saudí. Con el conflicto latente en Ucrania, estos ingresos adicionales de los que ha gozado Rusia han tenido un papel destacado en la gestión del mismo. Igualmente, Arabia Saudí ha podido aumentar su gasto en las prioridades internas.
El aumento continuo del valor del combustible arrastra serias consecuencias para la economía global. Este repunte podría traducirse en un golpe directo al bolsillo de todos los consumidores, llegando a perturbar las políticas económicas de los bancos centrales, los cuales podrían tener que replantear su estrategia sobre los incrementos de los tipos de interés.
No olvidemos que, mientras algunos sacan beneficio de esta alza, muchos otros enfrentan retos cada vez más duros. Los altos precios del petróleo no sólo desencadenan inflación y amenazan la estabilidad económica a nivel mundial, sino que también financian conflictos en curso.
Al final del trayecto, la subida del coste del petróleo no sólo supone un desafío económico, sino una encrucijada política y social que exige una pronta solución. A pesar de que se esperaba cierto alivio con el cambio estacional, se ha producido un viraje radical en el panorama, y no para mejor.
Para concluir, el encarecimiento del petróleo ha sacudido el escenario financiero internacional, beneficiando a ciertas economías mientras pone en jaque la estabilidad económica y social del resto. Ante la falta de una solución cercana, los ciudadanos y las economías de todo el mundo se enfrentan a la dura realidad de un combustible en constante encarecimiento.
Cada día, surge con más fuerza la necesidad de estrategias y soluciones económicas que no solo alivien, sino que prevengan este tipo de sucesos en el futuro. Al ser el petróleo un recurso limitado, es vital que busquemos alternativas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente para nuestras necesidades energéticas.
Respecto a las herramientas financieras que se mencionan, el camino está lleno de baches. Nos encontramos en un escenario en el que la efectividad de estas medidas a largo plazo para contrarrestar el impacto del encarecimiento del petróleo es incierta. La inflación emerge, silenciosa, como un oponente a vencer en la segunda ronda de esta lucha.
En conclusión, nos encontramos ante un panorama internacional bastante espinoso, a causa de la acelerada escalada en el valor del crudo. Dicha subida, empujada por los gigantes de la OPEP+ y su intención de equilibrar la oferta y demanda, está perfilando un futuro algo nublado. Los movimientos de Arabia Saudí y Rusia tienen un impacto directo en el desequilibrio previsto para el último cuarto del año, una desequilibrio que, lejos de suavizarse con el cambio de estación, parece mantenerse en pie.
Fuente de la noticia: https://fortune.com/2023/09/09/saudi-arabia-squeezes-oil-market-fed-may-have-to-react/