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Introducción
Calmados, inversores, el gigante asiático no va a caer tan fácilmente; así, al menos, lo ve el Fondo Monetario Internacional (FMI). Se prevé que China, la segunda economía más poderosa del mundo, experimentará un crecimiento del 5,4% en 2023, un porcentaje ligeramente superior al que se barajaba en los despachos de los altos funcionarios del FMI, gracias al rendimiento robusto que ha demostrado en el tercer trimestre y a las políticas eficaces recientemente anunciadas desde Pekín.
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No obstante, conviene mantener la cautela; si nos aventuramos a mirar al horizonte del 2024, el FMI anticipa que el crecimiento chino se ralentizará hasta un 4,6%. ¿Los motivos? Los mismos de siempre: inestabilidad en el mercado inmobiliario y decrecimiento de la demanda externa, problemas que acechan, igualmente, al resto de las economías modernas.
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El FMI también se ha erigido en una especie de figura sabia, sugiriendo que el gobierno central chino debería hacer algo más que observar, debería intervenir directamente y apoyar a los promotores inmobiliarios que estén sufriendo, para así, fortalecer la confianza de los ciudadanos.
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La institución internacional insiste en un aspecto que parece olvidado: el crecimiento ha de ser de alta calidad, sostenible e inclusivo. Es el momento de un cambio de rumbo: de un modelo de crecimiento impulsado por las inversiones a otro basado en el consumo. Aquí subyace la clave: reforzar la red de seguridad social para que la población gaste más y ahorre menos.
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La voz de alerta del FMI no termina aquí. Ha dibujado una línea roja al recalcar que los riesgos para la estabilidad financiera de China son evidentes y en constante aumento. Hace énfasis en las necesarias protecciones de capital de las instituciones financieras y en el creciente riesgo que presentan la calidad de los activos.
En cualquier caso, a pesar de los indicios de inestabilidad, China sigue siendo un contendiente de peso en el escenario económico mundial. Ante los vientos desfavorables, parece decidida a seguir cabalgando la ola, en busca de un crecimiento más sostenible y equilibrado. Así lo nos cuenta, al menos, el FMI.
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Pronóstico del FMI: Crecimiento chino al 5,4% en 2023
El Fondo Monetario Internacional, en adelante FMI, ha modificado sus pronósticos respecto al crecimiento económico de China, atribuyendo un mayor optimismo para el año 2023. La apuesta por un crecimiento del 5,4%, cifra esperanzadora, radica en dos aspectos fundamentales: el notable desempeño de la economía durante el tercer trimestre y la reciente puesta en marcha de políticas activas por parte del gobierno chino.
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Desde Pekín se han impulsado acciones enfocadas en fortalecer la economía del país, algunas de las cuales se orientan hacia el desafío de la deuda en el sector inmobiliario. A pesar de que este sector presenta signos de vulnerabilidad y la demanda exterior muestra indicadores de letargo, las últimas iniciativas gubernamentales parecen rendir beneficios.
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El FMI no solo hace hincapié en los números; también subraya la importancia de un crecimiento de calidad, sustentable e inclusivo para la economía china. Este crecimiento, según el organismo, deberá apoyarse menos en las inversiones y más en el consumo. Un sistema de seguridad social más resiliente podría estimular el gasto por parte de las familias en lugar de acumular sus ingresos. Este punto coincide en cierta medida con lo analizado en este artículo que pudiera ser de tu interés.
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Aún así, para el 2024, el FMI anticipa un ligero declive en la tasa de crecimiento de la economía china, pronosticando un cierre en 4,6%. El motivo de esta desaceleración podría radicar en la perspectiva de una demanda extranjera a la baja y las desafiantes condiciones del segmento inmobiliario. Esta situación tiene similitud con la exposición que hacíamos en este post.
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El FMI no pinta un panorama completamente halagüeño. La institución advierte que existen riesgos significativos que amenazan la estabilidad financiera de China y que éstos siguen en aumento. Varias entidades financieras parecen estar lidiando con capital menguante, mientras que el riesgo sobre la calidad de los activos se agudiza. En respuesta, las autoridades chinas mantienen las medidas enfocadas en minimizar los costos económicos derivados de estos desafíos.
Nadie afirmó que el camino a un económica más robusta, sostenible y de calidad fuese un viaje sin obstáculos. Sin embargo, a pesar de las tribulaciones en el sector inmobiliario y los riesgos para la estabilidad financiera, el gobierno chino muestra resiliencia. Este esfuerzo se plasma en diversas intervenciones, destacando las medidas que promueven un crecimiento económico de alta calidad.
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Problemáticas en el Sector Inmobiliario
El coloso inmobiliario chino, que ostenta un rotundo 25% de la economía del país, atraviesa horas bajas que amenazan con poner freno al crecimiento de esta potencia irrefrenable. Con un panorama de crecimiento que se anticipa será de un 5.4% en 2023, que posteriormente podría ralentizarse hasta alcanzar el 4,6% en 2024, los baches en la ruta del sector de la vivienda constituyen un desafío considerable para conquistar estos objetivos.
Este nubarrón sobre la fortaleza del sector inmobiliario chino tiene historia. En 2020 se tomaron medidas para contrarrestar la dependencia exorbitante que los constructores tienen de la deuda para expandirse. No obstante, la agitación persiste y con ella, las preocupaciones crecen.
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Debilidad persistente
A pesar de los intentos de ponerle coto, esta debilidad sigue ahí. Una elevada especulación e endeudamiento, unido a los vaivenes de las políticas regulatorias, han plantado un semillero de incertidumbre que entorpece cualquier aspiración de crecimiento. La guinda a este pastel la pone una demanda externa menguada, lo que propina un doble golpe a la economía china.
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Intervención gubernamental
El Fondo Monetario Internacional pide a gritos una intervención más directa del gobierno central. Este organismo reclama una despedida rápida de los constructores inviables para reforzar la confianza de las familias y por ende, de los inversores. Según el FMI, es un paso indispensable para recuperar la estabilidad y fortalecer el crecimiento.
Sin embargo, para que China capee estos vientos contrarios, es crítico que su crecimiento se rija en un modelo de consumo y no de inversiones. Todo a la par de una robustecimiento del sistema de seguridad social para incentivar el gasto y no el ahorro.
En términos generales, China se halla en un punto de inflexión en su política económica. Si bien esta situación plantea riesgos y desafíos importantes, también brinda a su vez oportunidades para un crecimiento de mayor calidad y sostenible, tal y como apunta el FMI. No obstante, todo esto exige enfrentar con valentía y eficacia los problemas recurrentes en su sector inmobiliario.
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Riesgos para la estabilidad financiera de China
Fondo Monetario Internacional no pierde a China de vista. Que nadie se deje engañar por las predicciones de un crecimiento del 5,4% para 2023 y crea que todo será un camino llano. A la economía mundial le acechan complicaciones, con particular énfasis en los desafíos financieros.
El sector inmobiliario chino, que equivale a más de la cuarta parte de la economía del país, atraviesa un período de incertidumbre. Lo señala el FMI: las instituciones financieras en China parecen estar cada vez con la soga al cuello, con una disminución visible de las amortizaciones de capital y un panorama sombrío respecto a la calidad de sus activos. Por si fuera poco, se suma la disminución de la demanda externa. Parece que se cierne una tormenta perfecta.
- Instituciones financieras y amortiguación
Las entidades financieras chinas, ese gran pulmón que impulsa la economía, viven momentos precarios. Sus reservas de capital, esos recursos acumulados para cuando la situación se ponga fea, parecen cada vez más escasos y menos sólidos para hacer frente a una crisis potencial. Simultáneamente, la calidad de los activos que estas instituciones mantienen enciende luces de alerta. Cabe preguntarse: ¿Estamos ante un castillo de naipes que corre el riesgo de desplomarse?
- Políticas para contener los riesgos
Sin embargo, no es momento de entrar en pánico. Las autoridades chinas, reconocidas por su habilidad económica, no se quedan a la espera. Están implementando medidas cautelares y estrategias para salvaguardar la estabilidad macrofinanciera. Su objetivo es aliviar los costos económicos y controlar esta volátil mezcla de riesgos a fin de prevenir que se extienda por todo el sistema financiero.
El FMI, en su afán por promover un crecimiento sostenible y de alta calidad, insiste en que es fundamental más que simplemente nutrir la economía. Puedes seguir creciendo, pero hazlo de manera equitativa, inclusiva y pensando en el futuro.
La moraleja de todo esto radica en que, a pesar de que China sigue avanzando en su proyección de crecimiento, debemos mantenernos alerta ante cualquier tambaleo en su estabilidad financiera. No nos olvidemos, compañeros, de que las finanzas son como un juego de equilibrio delicado donde cualquier vaivén puede derivar en efectos dominó. Así es la vida en el frenesí de la economía global.
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Conclusión
Frente a los recientes pronósticos desvelados por el Fondo Monetario Internacional, navegamos en un instante crucial. Nos vemos en la encrucijada de previsiones contradictorias y una coyuntura tiznada de luces y sombras que martillean la economía del gigante chino. En la superficie, una expansión del 5,4% para 2023 dibuja un panorama halagüeño, pero, añadiéndole la salsa de la intriga financiera, sabemos que no todo es miel sobre hojuelas.
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Destacar, para bien, las estrategias que ha desplegado Beijing para atenuar la dependencia de los promotores inmobiliarios sobre la deuda. Muestran un prudente espíritu de previsión a largo plazo; procuran cincelar un crecimiento no sólo grandioso, sino también sostenible e integrador. Parece que demuestran entender que, si es bueno y rápido, es doblemente bueno. Ansiábamos ver a un dragón alzando el vuelo, pero preferiríamos no observarlo estrellándose.
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No obstante, sería erróneo esconder la cabeza como el avestruz frente al gran elefante de la sala: el sector inmobiliario chino. Representa más de un cuarto de su economía y, en este preciso instante, atraviesa por una encrucijada preocupante. ¿Conseguirá el auxilio económico directo del gobierno central y el relevo de los promotores inmobiliarios no operativos inspirar la seguridad necesaria en los hogares? Sólo el futuro tendrá la respuesta.
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Dando una vuelta más al asunto, sería imprudente eludir los peligros que se ciernen sobre la estabilidad financiera de China. Surge la señal de alarma sobre una merma de las defensas de capital y un incremento en el peligro que supone la calidad de los activos. En este tablero, el inversor pudiera sentirse como funambulista sin red: en plena altura, con una panorámica privilegiada, pero con el temor al vacío.El sector inmobiliario chino representa más de un cuarto de su economía.
En conclusión, se diría que encaramos un porvenir lleno de contradicciones: por un lado, la economía de China se encamina hacia una senda de crecimiento más equitativa, lista para desplegar sus alas. Pero por otro lado, la sombra amenazante del sector inmobiliario y los riesgos para la estabilidad financiera acechan con hacer tropezar al coloso. Como inversores, es esencial estar alerta y capacitados para ambos escenarios. Como siempre, la partida de la economía se juega no sólo con números, sino también con interpretación, flexibilidad y, por supuesto, un poquito de audacia.
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Previsiones FMI: Crecimiento de China al 5,4% en 2023 pero con riesgos
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