-
Introducción
- Ya llevamos más de un decenio desde aquel crucial ciclo, pero, semejante a una intensa salsa de ajo china, deja una resonancia penetrante y, sobre todo, una sensación de dulce-amargura. ¿Dulce-amargura? Sí, queridos lectores, dulce-amargura. La gigantesca deuda China que hoy atenaza a China es consecuencia directa de la visión estratégica de Jiabao. Y, a pesar de que Pekín intente repetir su receta, se encuentra inevitablemente encadenado por los grilletes de su propio legado financiero.
- La relación deuda-PIB China ha mantenido un vals financiero de avance y retroceso hasta duplicarse desde 2008, alcanzando un escabroso 280%. Sin embargo, no fue solo la deuda lo que proliferó como hongos tras un aguacero de primavera. Los Vehículos Financieros de Gobiernos Locales China (LGFV) se multiplicaron de manera casi kafkiana, sobrepasando el aterrador número de 3000. Estos LGFV, surgidos de la necesidad de eludir la prohibición de endeudamiento estatal directo durante la crisis, financiaron proyectos de gran envergadura, desde parques de ocio tan descabellados que ni el mismísimo Walt Disney osaría rentabilizar hasta sistemas de transporte diseñados para cautivar a la exigente diosa de la eficiencia.
- Hoy, esos LGFV China, convertidos en armas de doble filo, constriñen la capacidad de China para resistir la actual desaceleración económica, de manera similar a cómo nuestra tía Mari Carmen, por mucho que se queje de que ya no puede más, siempre saca un resquicio para una porción extra de turrón. Siendo precavidos, no todas son facilidades, y estos aperitivos financieros pueden tener un alto precio. Los economistas, conscientes de esta perspectiva y de la sensación de que China puede convertirse en una olla a presión a punto de explotar, están recalibrando las proyecciones de crecimiento China por debajo del objetivo oficial del 5%.
- Por consiguiente, China se encuentra en una especie de encrucijada. Como un maratón en su última milla, atrapada entre la desaceleración de la economía y el crecimiento descontrolado de las deudas de los LGFV, se necesita entereza y decisiones certeras para llegar a la meta. La gran interrogante, amados lectores, es ¿cómo el Leviatán oriental superará esta barrera sin caer y estamparse contra la línea de meta financiera? Ahí está la pregunta del millón. Te recomendamos revisar nuestro artículo en relación al impacto de decisiones externas en el mundo financiero.
-
El papel de Wen Jiabao y la crisis de 2008
- Hoy en día, estos LGFV siguen siendo la mayor fuente de beneficios para la construcción de infraestructura pública China. Algunos pueden ser más lucrativos que otros, pero, hagamos frente a la realidad, ¿quién se preocupa por la rentabilidad cuando la charla del día es el crecimiento económico China?
- Late un problema en la esencia de estos vehículos, necesarios pero transformados en una bomba de relojería, mermando la resistencia china al crecimiento económico cada vez más lento. Un talón de Aquiles, una flaqueza que espanta a los líderes de la actualidad. Así, Jiabao ha dejado una herencia bastante incómoda.
- A estas alturas, el reto está en cómo seguir adelante sin incurrir en los errores previos. Al igual que un estudiante antes de un examen, llega el momento de plasmar una nueva estrategia, que no se aferre a los viejos esquemas de fomentar el sector inmobiliario. Recordando el viejo adagio: «Quien no aprende de la historia, está condenado a repetirla».
-
Los Vehículos Financieros de Gobierno Local y el problema de la deuda en China
- Volviendo a nuestros LGFV, en sus primeros pasos se erigían como Robin Hood de la infraestructura, pidiendo prestado dinero para nutrir proyectos de utilidad pública. Tal vez un parque temático sobre la revolución industrial o una flamante línea de metro. Pero el tiempo ha seguido su curso, desvaneciendo la imagen de este Robin Hood, sin flechas con las que disparar y con la ballesta partida por la mitad. Lo que fueron días de esplendor ahora dan paso a una fragilidad latente que amenaza la resistencia económica de China.
-
Ante la pregunta, ¿Los LGFV son buenos o malos? La respuesta es compleja. El volumen de deuda que acumulan los LGFV, según cifras de finales de 2022, asciende a la suma de 80 billones de yuanes. Los intentos por disolver los vínculos entre los gobiernos locales y los LGFV parecen encontrarse en un callejón sin salida.
-
Este escenario nublado conduce directamente a un futuro que puede presentar ciertos trazos de crisis económica. Los economistas incluso «han empezado a revisar a la baja las proyecciones de crecimiento del país». Así, nos encontramos al borde de la cúspide, afrontando la necesidad de una intervención drástica en torno a los LGFV.
-
La probabilidad de que algunos de estos organismos fracasen, especialmente en zonas menos acomodadas, marcaría la peor pesadilla de Beijing: golpear a los bancos. Es posible que hasta 20 billones de yuanes estén en riesgo de revisión si consideramos los préstamos existentes de los LGFV. En este escenario, estamos hablando de un potencial golpe de 5 billones de yuanes al capital bancario.
-
La estrategia de Xi Jinping parece jugar al Monopoly, tratando de comprar tiempo. El último intento ha sido permitir a los gobiernos locales recaudar billones de yuanes a través de ventas de bonos con los que enfrentar la deuda de los LGFV. ¿Reducción de la deuda de los LGFV? No exactamente… Se parece más a un esfuerzo desesperado para obtener algo de liquidez.
-
La crisis inmobiliaria en China
- Los conocedores del mundo financiero quizá ya estén al tanto del punto débil de China: los famosos vehículos financieros de los gobiernos locales, o LGFV.
- Surgieron durante la crisis económica que inició en 2008 como un subterfugio a la prohibición de endeudamiento directo estatal y se han convertido en un lastre considerable para la economía china.
- Estos LGFV se han utilizado principalmente para la construcción de inmensas infraestructuras públicas, desde proyectos caprichosos como parques temáticos hasta sistemas de transporte más utilitarios.
- Pero fueron los gigantescos proyectos inmobiliarios los que capturaron la atención y sedujeron a los inversores.
-
El plan de Beijing y el tiempo
- Un camino más sensato sería proceder a una venta forzosa, recaudando así un capital muy necesario. Los bolsillos de los LGFV están bastante abultados, con activos totales de 133 billones de yuanes, el 60% de los cuales son bienes inmuebles y terrenos rurales.
-
Pero aquí llega el ingrediente que intriga. En este punto, la reunión del comité económico de Beijing toma la apariencia de un episodio de Casa de Papel, pero en el escenario financiero. Algunas quiebras pueden ser inevitables, especialmente en las regiones más desfavorecidas.
-
Los analistas de S&P, esos profetas de la economía que nunca se equivocan — permíteme dudar — calculan que aproximadamente 20 billones de yuanes de préstamos de LGFV podrían estar sujetos a reestructuración. Permitir que estos préstamos se alarguen a intereses reducidos supondría un agudo golpe de 5 billones de yuanes al capital del banco. Un escenario apocalíptico que aterra más que la cancelación de la Champions League.
-
Este caos financiero exige una acción drástica en los LGFV. China, al contrario de muchos países occidentales, propicia su crecimiento gracias a la inversión en vez del consumo. Por ende, Beijing, ¡vaya fortuna necesitas para superar esto! Porque, ciertamente, no es posible comprar tiempo para evadir las verdades de la economía.
-
Comparación con los modelos de crecimiento occidentales
- En el Occidente, la lógica ha seguido una línea evidente: si las familias disponen de dinero, si incrementan su gasto y reducen su endeudamiento, entonces las empresas producen e invierten en la economía, creando un círculo virtuoso de crecimiento y beneficio. ¡Viva el consumo!
-
No obstante, China ha optado por una estrategia diferente, priorizando la inversión antes que el consumo excesivo y la obtención de un retiro anticipado. Sus LGFV son un fruto de la deuda pública que ha crecido a un ritmo asombroso y, ahora, constituyen una preocupación legítima. La conservadora Ming, siempre acompañada de su chihuahua, opinaría que es preferible dejar la inversión en manos de los expertos y focalizarse en lo propio.
-
Esta elección de incrementar el endeudamiento ha alimentado un crecimiento asombroso de la economía china, llegando a provocar envidia entre los gurús de Wall Street. No obstante, esta marcha decidida del gigante asiático ha estado acompañada de ciertas complicaciones y Pekín parece empezar a experimentar cierto mareo.
-
Aventurándose a lomos de su corcel de inversión, en vez del modesto burro del consumo occidental, China se ha topado con un obstáculo: los LGFV. Éstos, lejos de ser una alineación de jugadores de balompié, representan una deuda que, conforme crece, desprenden un aroma tan fuerte a problemas que hace llorar a los analistas.
-
De momento, parece que Beijing sigue apostando por generar más inversión y recurrir a los LGFV, aunque subsistan dudas de si es recomendable mantenerse en este corcel de endeudamiento. ¡Ánimo China, despeja el camino!
-
Conclusión
- La migración hacia la proliferación de estos Local Government Financing Vehicles (LGFV, por sus siglas en inglés) surgió como alternativa ante la prohibición de la deuda pública directa.
- Parecía el remedio idóneo: infraestructura pública China, proyectos públicos…
- ¿Qué hay de las políticas de política Xi Jinping? Sus decisiones parecen coletazos desesperados en busca de un flotador.
- La burbuja inmobiliaria se deshincha gradualmente, y sus medidas han sido extrema, incluso remando a contracorriente.
- Sin embargo, esto es mero espejismo. Si analizamos un poco, nos daremos cuenta de que estas medidas no disminuirían la deuda real de los LGFV.
- En esencia, sería como administrar analgésico a un paciente con una fractura expuesta.
Permítanme que, apoyándome en los pilares del tiempo, les traslade a ese entorno convulsionado del 2008, cuando el orbe estaba en constante ondulación por el inestable oleaje financiero. China, ese vasto crisol de civilizaciones, no se quedó indiferente frente a ese desasosegado océano económico. Guiando el navío estatal como un valiente capitán, el entonces primer ministro Wen Jiabao, demostró más audacia que Odiseo enfrentándose a Escila y Caribdis, inyectando enormes volúmenes de gasto estatal chino para evitar un desolador naufragio en esas implacables aguas de la Crisis financiera China.
Crisis financiera China. La sombra de Wen Jiabao post la debacle financiera de 2008, es un eco difícil de silenciar. Como primer mandatario, soltó sobre la economía un gasto estatal chino de proporciones estrambóticas. ¿La secuela? Un cúmulo de deuda China que aún perdura y cuyo crecimiento emula al de un fabuloso tallo de judía, sin el encanto de un cuento infantil.
No resulta extraño imaginar que la cúpula política china daría un ojo de la cara, o incluso hasta medio órgano vital, por recrear la estrategia de Jiabao. Pero, lamentablemente, resulta tan factible como traer de vuelta las aguas que ya surcaron el río. El panorama económico se ha reconfigurado, existiendo hoy obstáculos insalvables que impiden la repetición de la jugada maestra de Jiabao.
Desde aquel remoto 2008, la ratio deuda-PIB China se ha multiplicado por dos, evocando a un conejo en plena temporada de celo. Para ser más exactos, ha escalado a un vertiginoso 280%. ¿Y quién absorbió la mayoría de estas deudas? Prepárate para la enmienda, los queridos vehículos financieros gobiernos locales China (LGFV por sus siglas en inglés), que se constituyeron precisamente en esos tiempos para evadir la restricción del endeudamiento estatal directo. Con más de 3000 LGFV China creados, la economía china se parece mucho a un campo de batalla minado, donde cualquier mala maniobra puede amenazar la estabilidad financiera.
Este es sin duda, el legado Wen Jiabao para la economía china. En el futuro, podemos esperar proyecciones de crecimiento para China con la esperanza de manejar de manera efectiva tanto la deflación como la creciente deuda de la nación.
En algún rincón insospechado de las numerosas deudas del gigante de Asia, reposan entidades tan etéreas como tangibles: las Lámparas de Génova Financieros de Gobiernos Locales (LGFV, por sus siglas en inglés). Estos engendros financieros emergieron durante el crudo invierno de la crisis financiera de 2008, como un ingenioso mecanismo para sortear la prohibición de endeudamiento directo por parte del gobierno. Algo así como esos parques de atracciones a los que tus padres te llevaban prometiéndote un día inolvidable, solo para descubrir una vez dentro que todo estaba cerrado por «descanso del personal».
La paradoja china sigue su curso, con su crecimiento económico pilotado por la inversión en lugar del consumo. Así, podríamos plantearnos: ¿Es este el comienzo del fin para la deuda china o simplemente un giro más en esta montaña rusa financiera?
En el tablero de ajedrez global, cuando el rey flaquea, las repercusiones se sienten en todo el tablero. Esta parece ser la situación en la que se encuentra el gigante de China, que venía sufriendo un desequilibrio mucho antes de la pandemia del Covid-19. Ahora, su sector inmobiliario se tambalea al borde de una crisis financiera profunda.
Tras años de potenciar un crecimiento inmobiliario asombroso, impulsado por un endeudamiento desproporcionado y una flexibilización crediticia excesiva, el fantasma de la bancarrota ronda sobre las grandes constructoras chinas, a punto de provocar un descenso abrupto en sus ventas de propiedades.
Hoy día, hay más de 3000 LGFVs y cuelga sobre ellos la sombra de una crisis que pudiera amenazar la estabilidad económica de China conforme su sector inmobiliario se tambalea. Según datos chinos, más del 60% de estos LGFV tendrían dificultades para cubrir los intereses de sus deudas con sus propios beneficios. Si eso no es un toque de atención sobre un inminente colapso financiero, desconozco qué podría serlo.
Por añadidura, el coloso de la construcción China Evergrande apenas logró mantenerse a flote el año pasado, a pesar de las copiosas ayudas gubernamentales. El presidente Xi Jinping ha insistido en aplicar normativas más severas en el sector inmobiliario, lo que ha provocado un desplome drástico, con un descenso en las ventas de propiedades que podría llegar al 10% este año.
Pero Xi Jinping parece haber comprendido que la inversión inmobiliaria no puede ser el motor que impulse en solitario la economía. Con esta brusca maniobra y un viraje hacia el fomento del consumo interno, los expertos se cuestionan si la economía china podrá sostener su objetivo de crecimiento del 5%.
En definitiva, el alguna vez pujante sector inmobiliario chino se ha transformado en un campo de minas, amenazando con arrastrar al gigante asiático a un abismo económico. Sin un plan de salvación claro, Xi Jinping y los líderes chinos deberán navegar con cautela entre las olas agitadas si quieren eludir un descalabro económico de proporciones épicas. Como soler decirnos en la piel de toro, «cuando China estornuda, el mundo entero se resfría».
Como comentamos en nuestro artículo anterior acerca de la crisis de Evergrande, este escenario amenaza con causar un fuerte impacto no sólo en el gigante asiático, sino también en los mercados globales, incluyendo al mundo de las criptomonedas.
Es incuestionable que los financieros de Beijing, esos gestores de la resistencia que día tras día vierten números y tendencias en su cuaderno, se han apegado a la frase «bienvenidos al futuro» como una teoría que guía sus acciones. Y podría preguntarse, ¿cuál es su receta para manejar este legado monetario más desorbitado que la fortuna acumulada por el bandido más astuto de Montecarlo? Veamos: buscan comprar tiempo. Si, has leído correctamente. Un tesoro que el más acaudalado césar romano no podría haber logrado, y aun así, estos financieros sueñan con tenerlo.
Su táctica consiste en permitir a los gobiernos locales recaudar 1 billón de yuanes a través de ventas de bonos para amortizar la deuda LGFV. Es una propuesta que parece propia de un infante quien, varado en medio de un problema matemático, busca solución en una calculadora de mayor tamaño. Y para rematar esta mesa de estrategias economicistas, proponen exigir a los bancos que extiendan préstamos y reduzcan sus tasas de interés.
Mencionado esto, hay algo que debes de tomar en cuenta. El papel puede absorberlo todo, hasta las propuestas más desproporcionadas. Y ésta no es una excepción. Sí, el plan podría demorar la aparición del temido «¡día de la mala suerte!«, pero las medidas propuestas no rebajarán la deuda de los LGFV.
Mientras te planteas invertir en este escenario, te recordamos que es de vital importancia mantenerse al tanto de las amenazas que pueden poner en peligro tus inversiones. Un claro ejemplo, es el creciente problema de los malwares que atacan a los criptoexchanges y carteras tal y como informamos en uno de nuestros últimos artículos.
Si observamos el paisaje económico en las naciones occidentales tras la Gran Recesión, se perciben claros indicios de cómo los gobiernos se han centrado en promover el consumo por encima de la inversión. Por citar un caso, las políticas de impulso de los Estados Unidos y de la Unión Europea tras el colapso financiero de 2008, exhiben una clara inclinación a incitar el gasto personal. Sin embargo, en el otro extremo del mundo, China es una excepción, prefiriendo dar protagonismo a sus misteriosos LGFV (Vehículos de Financiación Gubernamental Local por sus siglas en inglés), unos instrumentos financieros de una lejanía no tan sideral.
Crisis financiera China: Indudablemente, la huella de legado Wen Jiabao persiste como una factura recurrente para China. Un papel que se maneja con recelo y cautela, conscientes del considerable lastre que representa. A raíz de ello, la nación ha surcado mares de endeudamiento, presenciando un incremento en su ratio deuda-PIB China y cómo los instrumentos financieros de los gobiernos locales se han transformado en un obstáculo en el avance del gigante asiático.
En esencia, sentar las bases para el crecimiento económico China, aunque en realidad, instauró las bases de un crecimiento insostenible. Hoy en día, estas estructuras se han transformado en las siluetas espectrales de una deuda fantasmal que aprisiona a China en este revuelto océano económico.
A pesar de todo, las ventas de propiedades mantienen su curso descendente. Y en medio de todo esto, los LGFV China. Esa sigla se ha convertido en un sinónimo de pánico, con su deuda de 80 billones de yuanes, mayormente constituida por los mismos bancos chinos.
Beijing, por supuesto, hace esfuerzos por disociar a los gobiernos locales para evitar el contagio, pero los resultados, en la línea de las películas de zombis, son desastrosos. Pero no toda esperanza se ha esfumado, aguarda un plan para conseguir tiempo, jugando su último as. La propuesta es permitir que los gobiernos locales recauden fondos a través de ventas de bonos China para saldar la deuda de los LGFV y rogar a los bancos que den un poco de tregua, alargando los préstamos y reduciendo el interés.
Lo recomendable sería encarar el problema de forma directa, forzar una venta para obtener un capital que ayude a zafarse de esta coyuntura. No hace falta ser un lince para examinar los activos totales de los LGFV y percibir que hay suficiente con lo que trastear.
Pero, ¿qué si esto no funciona? Si los LGFV fracasan, especialmente en las regiones más desfavorecidas, el descontento sería ineludible. La bancarrota rondaría y las potenciales consecuencias para los bancos, agobiantes. Se requieren medidas severas, y en breve, especialmente porque China aún depende de inversión para su crecimiento.
Por lo tanto, es obvio que el legado de la deuda China está minando el proyecto económico del país. Es evidente que se requiere un plan para lidiar con la situación de los LGFV y prevenir un colapso financiero. Sin embargo, no puede ser a cualquier costo ni ignorando las consecuencias a largo plazo. Con cada día que pasa, el futuro se torna más y más nebuloso. Pero hay una certeza, la economía global no sería igual sin China. Para bien o para mal, todos estamos en el mismo barco.
Fuente de la noticia: https://www.reuters.com/breakingviews/chinas-growth-is-buried-under-great-wall-debt-2023-09-13/