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Introducción: Un revés financiero para Ford
Inversión Ford en vehículos eléctricos – ¿Quién podría haber previsto que la marcha hacia un futuro repleto de coches eléctricos se truncaría precisamente por la actuación de una de las mayores empresas de la industria automotriz? Si estás pensando en Ford, vas bien encaminado. Efectivamente, la misma Ford que siempre parece liderar en innovación tecnológica ha tenido que dar un frenazo en seco a su atrevida inversión en vehículos eléctricos. Dicho de otro modo, el coloso estadounidense ha optado por mantener sus 12.000 millones de dólares en la hucha, en vista de que los encantadores coches a batería no son tan bien recibidos como se esperaba.
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De acuerdo con los estimaciones de Ford, la empresa ha alimentado demasiado el fuego del riesgo, reflejándose en una pérdida considerable de unos 13.000 millones de dólares en el último trimestre. ¿Las previsiones? Alcanzar una cifra que oprimiría el corazón de cualquier inversor: unos aterradores 45.000 millones de dólares. Puedes mirarlo como quieras, pero la división de coches eléctricos de Ford se está convirtiendo en un pozo sin fondo.
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Pese a la inversión de 92.000 millones de dólares por parte del Tío Sam, para que Ford construyera fábricas de baterías, la baja demanda de estos vehículos no parece despegar. ¿Quién iba a querer desembolsar más dinero por un coche que no necesita repostar, pero que a la larga ofrece más problemas que satisfacciones? Que nadie se lleve a engaño, no es que los clientes de Norteamérica sean más apretados que los de otros vehículos. Simplemente tienen sus motivos, desde una insuficiente infraestructura de carga hasta una disminución progresiva del rendimiento de las baterías.
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Así las cosas, mientras las estrategias gubernamentales chocan con la realidad del mercado, Ford parece haber pinchado en la carrera hacia un futuro eléctrico. Evidentemente, sus inversores no estarán brindando por este giro de acontecimientos… ¿tú qué opinas al respecto? Da que pensar, ¿no crees?
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El mercado de los Vehículos Eléctricos y las inversiones de Ford
Inversión Ford en vehículos eléctricos: En pleno apogeo de los coches eléctricos, Ford, el coloso del motor, ha optado por nadar contracorriente y poner en hielo su inversión de 12.000 millones de dólares por razones que, a priori, parecen propias de una humorada de mal gusto.
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Pero como bien sabemos, la realidad a veces supera la ficción, y el presente caso de Ford y los vehículos eléctricos es prueba de ello.
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No hablamos de utópicos coches eléctricos y autopistas mudas, sino todo lo contrario. Los resultados del tercer trimestre han dejado a Ford con la mirada más fría que el volante de un Seat 600, evidenciando una pérdida de 13.000 millones de dólares en su división de coches eléctricos.
Y se estima que este descalabro supondrá nada menos que la cifra astronómica de 45.000 millones de dólares. ¿Dónde radica el quid del asunto?
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Pese a que uno podría suponer que con todo el revuelo mediático respecto a la crisis climática, los coches eléctricos deberían volar de los concesionarios como pan caliente, lo cierto es que los usuarios demuestran una resistencia más férrea que un viejo diésel a dar ese salto. ‘Mejor combustible en el tanque, que carga de batería’, parece que sigue valiendo el dicho.
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A esto se añade el recrudecimiento de la pasión por los motores de combustión interna tras la desescalada pandémica.
Aun con la inyección de 92.000 millones de dólares que la Inversión de la Administración Biden en Ford proporcionó para la fabricación de baterías, y a pesar de una nitidez más propia de un candidato al premio Darwin, la demanda de coches eléctricos sigue quedándose más corta que la moral de un mercado cripto en pleno desplome.
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A este desequilibrio entre oferta y demanda se suma el hecho de que los futuros consumidores parecen poco proclives a lidiar con los problemas cotidianos que supone la posesión de un vehículo eléctrico. Los puntos de recarga son escasos, y el rendimiento de las baterías se reduce hasta el punto de hacer que la vida útil de un móvil parezca formidable.
Como añadidura, los sondeos indican un descenso de la voluntad de cambio, con muchos propietarios de vehículos eléctricos planteándose retornar al mullido abrazo del zumbido motor y el aroma del combustible. ¿Se terminó el sueño eléctrico? Aún es pronto para saberlo, pero mientras la política insiste en su quimérica danza hacia un horizonte verde, el mercado parece tener otra perspectiva totalmente distinta. Y frente a ello, uno no puede más que presagiar un escenario de desenlace calamitoso.
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Problemas en la adopción de los Vehículos Eléctricos
La visión de un futuro ecológico con una flota de vehículos eléctricos (VE) que ruedan silenciosamente y sin emitir gases contaminantes, parece fantástica. Pero, ¿es esto un destello de progreso real o un espejismo que se diluye en la árida realidad del mercado actual?
Ford ha estado pisando el acelerador en la autopista de la electrificación. No obstante, la realidad les ha obligado a revisar el mapa y a reducir la velocidad en algunos giros inesperados. El motivo: una serie de contratiempos multifacéticos que amenazan con relegar sus intenciones verdes al asiento trasero. En este respecto, podríamos apreciar contrastes con el caso de Apple y el futuro de los iPhone en la economía actual.
- El primer bache se está encontrando incluso antes de encender el VE. La casi titánica hazaña de instalar un cargador en casa se asemeja a una pesadilla sacada de un libro de Kafka. Imaginad llegar a casa después de un duro día de trabajo, y vuestro reluciente VE parpadea con su luz de carga baja. Deseáis conectarlo en casa, como un enorme smartphone sobre ruedas, pero… ¡Sorpresa! Vuestro hogar tiene más en común con un pequeño pueblo de la España profunda que con una moderna metrópolis equipada con tecnología punta de carga rápida. Y si a eso le añadimos la carencia de estaciones de carga públicas… Digamos que la cuestión de las infraestructuras se lleva un cero bien merecido.
- Pero eso no es todo. Tengamos en cuenta el elefante en el garaje, o mejor dicho, bajo el capó: la vida útil de las baterías. Si bien es cierto que en teoría un VE puede ofrecer varios años de autonomía, cualquiera que haya tenido un smartphone sabe que las baterías tienen una tendencia perversa a deteriorarse con el uso. En el caso de los VE, las garantías están teñidas de dudas y, aunque no nos guste admitirlo, un toque de escepticismo. En consecuencia, una densa bruma de incertidumbre se cierne sobre el consumidor promedio.
- Por último, nos encontramos con el reto del mercado. Parece que la sociedad ha decidido que no está dispuesta a desembolsar un céntimo más por un VE, si existen alternativas más económicas como los vehículos de combustión o los híbridos. Quizás el cambio climático no es percibido como una amenaza suficientemente urgente como para aligerar la cartera y dar el salto a la electricidad. Después de todo, a corto plazo, apenas percibimos la diferencia.
En definitiva, a pesar de los esfuerzos políticos y de las subvenciones que parecen un regalo del cielo, las señales que nos manda el mercado no son equívocas: el camino hacia un futuro completamente eléctrico no es tan liso y despejado como nos gustaría. Al menos, no todavía. Un ejemplo de esto son las dificultades mercado vehículos eléctricos y la resistencia al cambio hacia vehículos eléctricos. Este último puede ser comparado con el caso de Microsoft liderando en Inteligencia Artificial, donde también es evidente una resistencia al cambio.
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El punto de vista de los consumidores
En medio de esta revolución tecnológica en la que nos encontramos, muchos buyers persisten ajenos. Esto debe ser lo que sucede a aquellos que se debaten entre adquirir un coche eléctrico, incluso después de que Ford haya inyectado miles de millones en su proyecto eléctrico. Sin embargo, los consumidores son más avispados de lo que parecen, mostrándose reticentes a pagar un plus por algo que, al fin y al cabo, cumple la misma función que cualquier otro coche: de aquí a allí.
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La posición de los consumidores parece ser de precaución y sentido común. ¿Por qué habrían de abandonar su bienquerido coche de gasolina por una versión eléctrica, cuando las estaciones de carga todavía son escasas y la batería se consume más rápido que una piruleta en un recreo? A esto se suma que los supuestos beneficios medioambientales de los vehículos eléctricos son todavía motivo de discusión. Además, de forma cruda y directa, resultan más costosos. Sí, lo hemos soltado.
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Pese al empeño de la administración Biden (echar dinero al problema como si fuera confeti), la demanda de coches eléctricos permanece tan baja como el aprecio por un político en horario de prime time. Y no es falta de interés en salvaguardar el futuro del planeta, en absoluto. El consumidor simplemente no ve cómo dicho gasto puede resultar provechoso en algo que aún no logra igualar ni mejorar al rendimiento de un coche de gasolina.
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Es además notable que, al parecer, un segmento de los audaces que se aventuraron a adquirir coches eléctricos, están contemplando la idea de dar marcha atrás a la comodidad de sus antiguos coches de gasolina. En ese aspecto, Ford se enfrenta a una ardua labor para probar que su inversión no ha sido un fracaso y para revitalizar el mercado. Aunque, claro está, puede seguir esperando a que los consumidores se iluminen y comiencen a comprar coches eléctricos como rosquillas en Navidad. Porque, amigos, parece que aún estamos lejos de ese escenario.
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Políticas públicas y su efecto
Inversión Ford en vehículos eléctricos. Las políticas públicas son sabiamente conocidas por su innegable influencia en el terreno financiero, en su potencial para modelar los mercados y ser la fuente de adopción de tecnologías crecientes. Sin embargo, a veces, en lugar de un bisturí delicado, tienen más bien la precisión de un elefante en una cacharrería. Este es el caso con la transición actual hacia los vehículos eléctricos (VE).
Inversión de la Administración Biden en Ford. La administración de Biden, en su señalada carrera hacia la electricidad, ha comprometido la considerable suma de 92.000 millones de dólares a Ford para la creación de fábricas de baterías. Un fuerte respaldo financiero para la progresiva transición hacia la movilidad sostenible, aunque recordemos la corrección del S&P 500 este año.
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A pesar de todo, estos maniobras parecen estar saturados de una ironía satíricamente cruel. El consumidor común, aquel que se siente tan atraído por la ironía como Superman por el kriptonita, desconfía. Pese a todas las buenas voluntades y los generosos actos de gasto público, la baja demanda vehículos eléctricos es inconsistente, titubeante, casi como un anciano intentando superar una prueba de obstáculos en un programa de televisión.
- Todo esto nos lleva a formularnos una interrogante inquietante: ¿Está el trabajador medio dispuesto a asumir la responsabilidad de ser el pionero en la lucha contra el cambio climático? ¿Podría ser que el promedio de los entusiastas de los VE es en realidad un idealista con los bolsillos llenos o simplemente una víctima de políticas aceleradas e imprudentes?
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El camino para los VE está plagado de barreras y desafíos que surgen en el intento de adoptarlo. La insuficiente infraestructura de carga, la disminución del rendimiento de las baterías con el uso, el costos de instalación de cargadores para vehículos eléctricos, etc. Un sinfín de dificultades mercado vehículos eléctricos que pueden desanimar al más valiente de los posibles compradores.
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Incluso, se puede observar que los propios propietarios de coches eléctricos vuelven a gasolina, posiblemente añorando ese aroma a gasolina que impregnaba el aire en otros tiempos. Aunque los esfuerzos y las metas políticas son claras, el mercado presenta una resistencia al cambio hacia vehículos eléctricos.
Es interesante el análisis y previsión económica en situaciones como estas, donde el impacto del crecimiento económico funge unas grandes expectativas. Por ello, le recomendamos visitar nuestro artículo de análisis y previsión económica ante el incremento de las tasas de interés.
Dicho de forma más sencilla, es como noveno arte del cómic podamos atrevernos a sugerir, es parecido a regalarle a un niño un juguete excesivamente complicado con un manual de instrucciones enredado, añadiéndole como condimento que es por su propio beneficio. ¿Es entonces el tiempo de reevaluar las políticas o quizás la esencia del juguete?
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Conclusión: Un futuro incierto para los Vehículos Eléctricos de Ford
En síntesis, la compañía automovilística Ford ha decidido levantar el pie del acelerador en su inversión en coches eléctricos. Y, sinceramente ¿quién puede reprochárselo? La perspectiva de pérdidas valoradas en 45.000 millones de dólares en el sector de los vehículos eléctricos, unido a una demanda que avanza a paso de tortuga, configura un panorama desalentador.
Es como adentrarse en un laberinto sin mapa ni brújula, enfrentando un cúmulo de obstáculos que van desde la falta de estaciones de carga efectivas hasta la reticencia del público a pagar un sobreprecio por un coche de prestaciones similares.
- Ante esta coyuntura, incluso las promesas de inversión por parte de la Administración Biden, cuantiosas hasta los 92.000 millones de dólares, parecen poco.
- ¿El motivo? Plantar cara a las leyes del mercado puede resultar tan arduo como luchar contra el clima.
- Y si los propietarios de vehículos eléctricos comienzan a replantearse su vuelta a los automóviles de combustible, nos lleva a una ineludible pregunta: ¿Estamos verdaderamente preparados para este giro?
No solo es un quebradero de cabeza para Ford, sino para toda la industria automovilística que se está tambaleando en este terreno todavía en gran medida ignoto.
- En el meollo del asunto se encuentra la reticencia de mucho público hacia los vehículos eléctricos.
- ¿El motivo? i¡Puro temor a la sobreabundancia de tecnología! Las encuestas son un claro reflejo, las dudas sobre la durabilidad, el desgaste de las baterías y la infraestructura para su carga se establecen como grandes impedimentos en la mente de los consumidores.
Así pues, nos encontramos con una Ford que decide frenar su inversión en vehículos eléctricos y un futuro que, lejos de verse electrificado, se presenta como un gran interrogante.
Sin embargo, el mercado es una bestia caprichosa, frecuentemente imprevisible y siempre fascinante. Solo el tiempo dirá si estos baches son simplemente parte del trayecto hacia un futuro eléctrico, o si los vehículos eléctricos están a punto de convertirse en el eslabón perdido en la evolución del automóvil. Lo que sí es seguro es que, en este tablero económico, el próximo movimiento es, más que nunca, una incógnita total.
Pérdidas de Ford en inversión en Vehículos Eléctricos: Un Futuro Incierto
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