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Introducción
A menudo, para comprender el intrincado entramado de la economía global no hay que asomarse a los enrevesados indicadores macroeconómicos. Es sorprendente pero el coste de algo tan común y corriente como es el dinero puede convertirse en un inesperado vaticinador. Efectivamente, ese papel moneda, o los dígitos digitales que suben y bajan en tu cuenta bancaria, tienen su propio «precio«: las tasas de interés.
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Durante más de tres décadas, estas han permanecido recogidas en una esquina, como el invitado desganado en una fiesta. Pero parece que el viento está cambiando su rumbo. Visten sus mejores galas y empiezan a llamar la atención.
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Estas tasas de interés, que a priori pueden resultar técnicas y tediosas, poseen un poder impresionante. Tienen la capacidad de mantener el equilibrio entre el ahorro e inversión, a la vez que detienen a un temible adversario: la inflación estable. Esa pesada mochila llena de provisiones que cargo al hacer el ascenso económico y que entorpece mi avance. Sorprendentemente, durante las últimas tres décadas, las fluctuaciones en las tasas de interés han tenido un impacto mayor en la economía global que las variaciones en el precio del petróleo, los semiconductores o incluso un Big Mac.
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Y ahora, como un potro salvaje saliendo de su sueño, empiezan a moverse. Las causas de la fluctuación en las tasas de interés son tan multifacéticas como una novela de espías: crecimiento económico lento, cambios demográficos, la audaz jugada de la creciente economía China, desigualdad de ingresos en ascenso, y la implacable marcha de la tecnología que convertir lo nuevo en viejo en un abrir y cerrar de ojos.
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Los efectos de estos cambios son dramáticos: esas antaño modestas tasas de interés, ahora con superpoderes, transformando la vida de familias, facilitando la compra de casas con hipotecas más altas y, finalmente, desembocando en una crisis financiera global. Pero no todo ha sido negativo, también tuvieron su dosis heroica ayudando al gobierno a seguir invirtiendo en educación, infraestructura y defensa sin preocuparse por el costo del endeudamiento.
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El panorama se está agitando. El tiempo del dinero barato parece estar en decadencia y se vislumbra una nueva etapa de dinero caro en el horizonte. Y las razones para ello son tan variadas como intrigantes: los baby boomers empezando a retirarse, tensiones entre las súper potencias económicas, una economía china que busca reequilibrarse y la siempre presente necesidad de inversiones colosales para combatir el incremento de la deuda y el cambio climático. No olvidemos mencionar que necesitamos 30 billones de dólares para una red energética con cero emisiones de carbono.
Según algunos analistas, esta nueva etapa podría elevar las tasas de interés en aproximadamente un punto porcentual de aquí al 2050. ¿Y qué implicaría tal cambio? Bueno, básicamente, créditos más caros y un significativo golpe a la economía y el sistema financiero de Estados Unidos, desde los precios de los inmuebles hasta los mercados de acciones. Por supuesto, si te dedicas a invertir en bonos del tesoro a 10 años estarás interesado en saber que podrías esperar rendimientos entre el 4.5% y el 5% que puedes ver en este artículo sobre Expectativas ante la tensión económica en mercados asiáticos este miércoles.
Así es, algo tan básico como el precio del dinero puede alterar el rumbo de la economía y el mundo. Ah, que sorpresa, ¿verdad? Pues sujétate bien la cartera porque la montaña rusa de las tasas de interés no ha hecho más que despegar. Y no olvides mis palabras, por más soporífero, difícil de comprender o carente de interés que parezca, jamás menosprecies el poder de las tasas de interés. Su impacto puede golpearte cuando menos lo esperas, incluso con más fuerza que los estragos de siete horas seguidas en una boda, un atracón de turrón en Navidad o incluso viendo cómo tu equipo pierde en el último minuto. ¡Bienvenidos al vertiginoso viaje de las tasas de interés!.
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Contexto sobre las tasas de interés a lo largo de las tres últimas décadas
Hagamos un viaje en el tiempo, retrocediendo hasta el final del siglo XX, una época crucial para comprender las corrientes económicas que han ido tomando fuerza. Durante más de tres decenios, existió una tendencia tan persistente como los progresos tecnológicos y el desarrollo acelerado de China: la disminución de las tasas de interés. Ahora, en un cambio esperado pero disruptivo, estas tasas de interés apuntan al alza.
Para entender cómo hemos llegado aquí, es vital descifrar la función de la tasa de interés en la economía. Es la etiqueta de precio que se le coloca al dinero, un mecanismo esquivo y misterioso que equilibra ahorro e inversión, controlando al siempre amenazante monstruo de la inflación estable. Comenzamos nuestro recorrido en los años 90, cuando las tasas de interés empezaron a bajar globalmente, un viaje que nos ha acompañado durante décadas. Los vientos que favorecieron este descenso provienen de varios frentes, como el crecimiento económico lento, cambios demográficos significativos, el debut de China en el escenario económico global, una creciente desigualdad de ingresos y el rápido avance tecnológico.
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Hagamos una parada en China. Este gigante asiático se catapultó como un actor principal en la escena, mostrando un crecimiento sin paralelo, no solo en el aspecto económico. Tan impactante fue su irrupción que alteró a fondo la economía mundial. Basta para entenderlo imaginar la bajada del precio del dinero como una caja de Pandora financiera, que permitió que se incrementaran las deudas hipotecarias, desencadenando crisis como la crisis hipotecaria subprime y la crisis financiera global. Quedó demostrado que, las estrategias keynesianas llevaron a que la deuda federal de Estados Unidos casi se triplicara, mientras mantenía bajos los costos del servicio de la deuda.
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Damos vuelta a la página. Se ha desvelado una nueva era: el precio del dinero empieza a subir, impulsado por varias circunstancias. La generación que una vez indujo el descenso de las tasas se retira del mercado laboral, reduciendo el suministro de ahorro chino. Hay tensiones políticas, un reequilibrio de la economía china, y un aumento de la deuda en EE.UU. Todos estos factores contribuyen a que el dinero recobre su valor y las tasas de interés vayan al alza. A esto se suma la inminente inversión exigida para batallar contra el cambio climático.
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Según pronósticos de diversos modelos econométricos, se prevé que la tasa de interés natural aumentará a un 2,7% para 2050, lo que podría situar los rendimientos de los bonos del gobierno a 10 años entre el 4.5% y el 5%. Pero estos pronósticos se sostienen en un balance delicado que incluye la deuda gubernamental, el gasto para combatir el cambio climático, y un crecimiento económico acelerado.
En términos de repercusiones, podemos esperar alteraciones considerables. Los precios de la vivienda y los mercados de acciones, que se han beneficiado de las bajas tasas de interés, seguramente sentirán el impacto. El Departamento del Tesoro de los EE.UU. podría ser el más afectado, ya que mayores costos de endeudamiento podrían agregar alrededor del 2% del PIB a los pagos anuales de la deuda.
Así, estimados lectores, nos encontramos tres décadas después, frente a un alza en las tasas de interés que nos reta a afrontar una nueva realidad y repensar nuestras estrategias de inversión. ¿Están listos para este viaje?
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Factores impulsores del aumento de las tasas de interés
Antes de que la tinta se seque en los informes económicos, el fantasma del incremento en las tasas de interés ha comenzado a rondar el amplio paisaje financiero global. La preocupación es fundada dado que las fuerzas que las impelen parecen emerger de la temida caja de Pandora y, atención, no parecen dispuestas a retornar en breve.
Inicialmente, alimentos para el pensamiento, el desacelerado crecimiento económico influye, en calidad de habitual sospechoso, en el repunte de las tasas de interés. La economía, siempre caprichosa, juega está vez según las reglas de un partido lento con un resultado predecible desde el inicio. Y sí, nuestras amigas las tasas de interés prosiguen en su ascenso imparable.
- Cambios demográficos
- Creciente deuda en Estados Unidos
Además, los cambios demográficos no son menos responsables. Meditémoslo un instante: un enjambre de baby boomers preparados para dejar el manto laboral. ¿El desenlace? Un suministro de ahorros que no crece al ritmo deseado. Evidentemente, menor ahorro conduce a mayores costes en préstamos, que se traducen inevitablemente en ascensión de las siempre resistentes tasas de interés. Y si esto nos parece poco, a la ecuación se suma la expansión de la economía china que, riámonos de los millennials, decidió detener el flujo de ahorros hacia los tesoros de Estados Unidos.
Mientras tanto, en la residencia del Tío Sam, la deuda está rugiendo «¡Parad, no os mováis!». Sí, la deuda de Estados Unidos continúa ascendiendo como si estuviese poseída por el mismísimo espíritu de un cohete espacial. Adivino que ya lo habéis intuido, esto es también un factor clave que contribuye al ya intrincado cóctel del aumento de las tasas de interés.
¿Y qué hay de la inversión, os preguntáis? A medida que combatimos el cambio climático y se precisa realizar una inversión notoria (estamos hablando de miles de billones, no de monedas sueltas), las tasas de interés no encuentran otra vía que establecer sus metas en las nubes.
Para culminar este cóctel, tenemos el avance de la tecnología que asegura que las empresas ya no necesiten invertir tanto en actualizaciones. Es decir, ante la falta de inversión, las tasas de interés tienen toda la excusa que necesitan para incrementarse un poco más.
Así que, en resumen, diversos factores están empujando las tasas de interés hacia las estrellas como si les hubieran prometido un helado al final del recorrido. Nuestra labor, la de todos los que nos hallamos inmersos en este atrayente mundo de la economía, es mantener la mirada alerta y prever sus movimientos. Porque, cuando el sol se pone, nuestro aprendizaje nunca cesa, ¿verdad? Eso sí, que alguien frene ya a esas tasas de interés, por el amor a los dioses de la economía.
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Consecuencias del aumento de las tasas de interés
Primero, analicemos el efecto en los precios de los inmuebles. No nos engañemos, un incremento en las tasa de interés puede ser un freno considerable en la desmesurada demanda de propiedades. No se requiere ser un erudito para comprender que si incrementas el precio del dinero, las personas reflexionarán más antes de adquirir un compromiso hipotecario. Pensemos por un instante en aquellos que ya están sintiendo la presión al pagar sus viviendas. Un aumento en sus gastos mensuales, sin duda, complicará aún más su situación. ¿Tienes en mente invertir en bienes raíces? Si las tasas aumentan, el descontrolado incremento de precios podría detenerse o incluso revertirse, entonces amigo, precaución antes de dar el salto.
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Ahora revisemos cómo las tasas de interés más altas influirán en los mercados de acciones. Las bolsas han disfrutado de una luna de miel con las bajas tasas de interés. Seamos realistas, si puedes obtener dinero a buen precio, tienes suficiente efectivo para invertir de forma audaz en la ruleta de las acciones. Pero, si las tasas incrementan, se acabó el chollo y la celebración puede acabar en un dolor de cabeza. Los inversores se lo pensarán dos veces antes de endeudarse y esto podría dar lugar a una disminución en la compra de acciones, desinflando la burbuja de los precios actuales. Y tú, inversor ocasional, ¿imaginas un escenario de cine? Prepárate, porque si las tasas aumentan, el espectáculo va a comenzar.
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Vayamos a quien va a tener un panorama más retador que un pato en una feria. Por supuesto, me refiero al Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Con las tasas subiendo, su deuda va a costar mucho más y algunos sugieren que este añadido podría representar cerca del 2% del PIB en pagos de deuda cada año hacia 2030. En términos coloquiales, eso es una cantidad considerable de dinero que se esfuma del presupuesto del tío Sam. ¿Podrá mantener el ritmo de gasto? ¿Replanteará sus prioridades? Seguramente los próximos años vendrán acompañados de recortes, tensiones y, sin duda, más deuda.
La subida de las tasas de interés es un indicador que mercados, inversores y gobiernos siguen con interés. Cada uno con sus propios intereses y miedos frente al cambio de escenario. ¿Estamos al inicio de una nueva era? ¿O es simplemente un espejismo en el desierto de los bajos intereses? Sea como sea, aquí estaremos para informarte. Ahora, pulimenta tu estrategia de inversión que el panorama podría cambiar más rápidamente de lo que imaginas.
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Conclusión y perspectivas futuras
Como había apuntado en previos textos, los tasa de interés ejercen un influjo preponderante sobre la economía global. Durante años han marcado el ritmo al que giraba el mundo. Pero ese transcurrir, hasta ahora plácido, vive su ocaso; esos tipos de interés, que parecían disfrutar de un descenso lúdico, tienen ante sí una pendiente pronunciada.
Los motivos de este viraje son demográficos, económicos y geopolíticos a partes iguales. Los baby boomers, mochileando por el mundo de manera perenne, comienzan a colgar las botas y con ellas, la afluencia de ahorros con la que regaban la economía. Al unísono, la intrigante sinfonía entre Washington y Beijing vive uno de sus movimientos más tensos, alterando los flujos de capital. Mientras, en los Estados Unidos se alza una montaña de deuda que escalar; y un combate contra el cambio climático que requiere financiación. Con tantas corrientes contrapuestas, lo inevitable es que el precio del dinero incremente.
Asciende al reino del 4.5-5% en los rendimientos de los bonos a 10 años del Tesoro parece más que un suceso próximo. De agregarle a esa mezcla el endeudamiento creciente y mayor inversión en cambio climático, y si le ponemos una cucharada de crecimiento económico, la receta podría tener un curioso sabor: un tipo de interés natural rondando el 4% y rendimientos de bonos de hasta el 6%. Este brebaje podría encender los motores de la economía y la inversión a escala mundial.
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En definitiva, conforme las aguas de los tipos de interés empiezan a embrollarse, es posible que los precios de la vivienda y los mercados de acciones, que hasta ahora cabalgaban olas de intereses reducidos, deban enfrentarse a mares más agitados. Pero evitemos ser fatalistas – todo cambio trae una dosis de oportunidad. La preparación oportuna puede ser la diferencia entre salir triunfante o mordiendo el polvo.
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Quizás, quien mejor lo sepa sea el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Su papel estelar como el sempiterno perdedor está siendo cuestionado. ¿Un crecimiento en el costo de los préstamos que lo haga sumar un 2% del PIB a los pagos de deuda anual? No suena nada bien. Pero al fin y al cabo, ya se sabe lo que dicen: » Lo que no mata, engorda «.
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En resumen, la velocidad del cambio es desenfrenada, incluso más rápida que el sobresalto de una criptomoneda en el mercado. Y en este vals de los tipos de interés, el mercado global no cesa de moverse, y nosotros permanecemos en vilo para seguir el compás de su danza. Así que, ¡mantén los ojos bien abiertos y un puño más fuerte en tu billetera! La inminente alza en los tipos de interés promete emociones fuertes para todos en los años venideros .
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Subida de tasas de interés: Impacto en economía y inversión global
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